lunes, 10 de junio de 2013

Yoga para niños - Ramiro Calle

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Dependiendo de la edad del niño así será necesario servirse de uno u otro lenguaje y hacer la clase más o menos dinámica e imaginativa. La mayor dificultad en la enseñanza a niños, es cuando éstos 'tienen' una edad inferior a cinco años, pero también depende mucho de la naturaleza del niño y del interés que 'ponga'. El profesor, no obstante, 'tiene' que tratar de utilizar todas las estrategias que 'se' 'le' ocurran para motivar al niño y avivar 'su' atención e interés. La labor muchas veces no es fácil. Hay que evitar, en cualquier caso, que el niño 'se' aburra y, desde luego, buscar los elementos necesarios para 'mantenerle' interesado en la práctica. Por eso es especialmente importante el lenguaje que 'utilice' el profesor, al alcance siempre del niño, y el modo en 'ganarse' al niño y 'hacerle' participar con atención e interés en la práctica. En este sentido el profesor 'tiene' que ser distendido, cordial y capaz de atraer la atención infantil. 

 Para niños menores de cinco años, puede ser muy eficaz, para 'incitarles' a ejecutar las posturas, 'hacerles' participar de una aventura o cuento que el profesor 'puede' ir narrando en la medida en que se va desarrollando la práctica. La inventiva imaginativa del profesor 'será' muy útil y 'se' pueden narrar al niño distintas historias en las que 'él' 'se' sienta como principal protagonista y 'vaya' imitando y ejecutando las posiciones de aquello que 'incluimos' en la historia. Si por ejemplo el profesor 'quiere' invitar al niño a que 'ejecute' la postura del puente o de la montaña, en su narración 'incluirá' un puente y una montaña, y 'le' 'dirán' que 'van' a 'imitarlos' y, ejecutando la postura, el niño 'le' imitará. Hay que aprovechar la tendencia mimética del niño y desenvolver con él no solo con el adecuado lenguaje verbal, sino el gestual.

Una narración muy socorrida para niños de menos de cinco años (pues los de más edad ya 'pueden' practicar las posturas sin necesidad de que 'se' 'les' relate un cuento o historia), es la de hacer un viaje por la selva. 'Se' 'le' indica al niño que 'se' sienta como protagonista de ese viaje. En un lenguaje sencillo, el profesor 'comienza' a narrar la historia. Por ejemplo, él y el niño 'comienzan' a 'adentrarse' en la selva. Ven una cobra y el profesor 'hace' la postura de la cobra 'diciéndole' al niño que también la 'haga'; o 'ven' un saltamontes, y 'realizan' dicha postura. 'Divisan' un camello, y 'hacen' la postura del camello. 'Idean' construir un columpio, y 'efectúan' la posición del columpio. Cuando en un prado 'ven' a una vaca pastando, 'realizan' la postura de la cabeza de vaca y para imitar a los árboles que 'van' contemplando, la postura del árbol. De repente cruza un avión por el cielo, y lo 'imitan' haciendo la postura del avión, y al ver una alondra, 'harán' la de la alondra, en tanto que al escuchar el trino de un ave, 'hacen' la del ave o por la noche al encender una vela para iluminar la cena, 'hacen' la de la vela, o al contemplar la luna en el firmamento, 'ejecutan' la de la luna. 

El profesor 'puede' concebir 'sus' propias historias para atrapar el interés del niño y que éste 'puede' ir realizando las asanas con agrado y sentido lúdico. También 'le' puede enseñar, adecuando de nuevo el lenguaje a la edad del niño, a hacer ejercicios básicos de respiración, como la abdominal, la intercostal y la clavicular, 'mostrándole' primero cómo él lo 'hace' y 'haciéndole' ver cómo la zona dilata al inspirar. 

Con respecto a la relajación también hay que adaptar el lenguaje.
Nunca el niño 'debe' sentir que 'se' 'le' impone la práctica ni que el lenguaje pueda resultar coercitivo. 

En cuanto a niños de más edad, bastará con que el profesor, siempre de buen humor y formas afectuosas, 'vaya'  mostrando al adolescente cómo hacer la postura y 'le' invite a 'imitarle', haciéndola 'él', por supuesto, previamente. Se pueden ir alternando las posturas y dándole a la práctica un ritmo que mantenga al niño atento y divertido, 'apoyándole' con afirmaciones tales como “muy bien”, “lo 'haces' de maravilla”, “ya lo 'haces' mejor que 'yo'", “¡cómo 'avanzas'!” o similares. El profesor 'debe' saber aplicar cierta disciplina, pero que el niño no 'sienta' como coactiva y provocativa. La psicología del profesor es muy importante en tal dirección. También 'puede', sin duda, ayudar a hacer la postura al muchachito y 'corregirle' cuando sea necesario, pero siempre evitando 'reprenderle'. Hay, empero, niños muy inquietos y nerviosos, con los que hay que tener una buena dosis de paciencia y aprender a 'desenvolverse' del modo más idóneo con los mismos. Es aconsejable cambiar a menudo los programas, para que el niño 'renueve' su capacidad de asombro. El mayor obstáculo puede ser que el niño se aburra. Es labor del profesor poder fidelizar al niño a la práctica y conseguir que el niño 'se' tome la misma en serio y a la vez no 'experimente' tedio. No obstante, un número de niños no 'terminarán' por 'adaptarse' a la práctica y hay que evitar 'imponérsela' y 'dejarles' en libertad de abandonarla. A 'mis' alumnas que 'me' preguntan si 'deben' imponer que sus niños 'vengan' a las clases de yoga, siempre les digo que esa es la mejor manera de conseguir que nunca asuman el yoga con agrado.

Una sesión  de yoga para niños puede durar de media hora a una hora y la planificación de los programas admite muchas combinaciones. La sesión puede comenzar con la práctica de algunos ejercicios dinámicos, del tipo de los de gimnasia, o con el Saludo al Sol, ejecutando éste media docena de ciclos. Después vendrá la ejecución de los asanas, unos minutos de ejercicios respiratorios básicos y la relajación profunda durante los últimos minutos de la clase. 

A través de la práctica asidua el niño 'irá' aprendiendo a 'familiarizarse' con su cuerpo y mejorar la coordinación psicomotora; 'obtendrá' más dominio sobre 'sí mismo', 'aumentará' 'su' capacidad respiratoria y 'mejorará' la elasticidad de 'sus' músculos y articulaciones, 'tranquilizará' 'su' sistema nervioso y 'equilibrará' 'su'  carácter. El yoga, que además carece del elemento competitivo y estresante, 'le' ayudará a 'explorarse' experiencialmente y 'conocerse', a saber regular mejor 'su' unidad psicosomática, a calmar 'su' mente y concentrarla. Se convertirá en un aliado de por vida. Por eso cabe esperar que, como ya ha empezado a suceder, cada día el yoga se vaya introduciendo más en colegios e institutos. 

La madre o el padre, o ambos, 'pueden' ser los primeros mentores de yoga de 'sus' hijos si ellos mismos lo 'practican'. En la medida en que los niños 'les' 'vean' practicar yoga en casa, por inclinación mimética, 'tratarán' de 'imitarles' y 'convertirán' la práctica en un “juego” sumamente beneficioso y provechoso.  

En las experiencias de yoga llevadas a cabo con niños se ha puesto de manifiesto que los mismos 'lograban' 'tranquilizarse' extraordinariamente mediante su práctica y que incluso los más nerviosos o agitados 'se' calmaban. Cuando 'su' nerviosismo o alteraciones emocionales de 'sus' fracasos escolares, mediante la práctica del yoga 'mejoraban' 'su' rendimiento escolar y 'se' 'sentían' más motivados con los estudios y menos tensos con los
mismos. Para niños que 'rechazan' la gimnasia, que no 'son' pocos, el yoga es ideal, ya que no invita a ningún tipo de competición, sino a 'sentirse' a gusto con 'uno mismo'. En niños con mala coordinación en 'sus' miembros, la práctica del yoga es idónea. Es importante que el niño 'vaya' estableciendo por 'sí mismo', a través de la práctica del yoga, una óptima coordinación cuerpo-mente. Los niños o adolescentes con marcados trastornos de afectividad o de la psique 'pueden' practicar el yoga con beneficio, asistidos por 'su' psicólogo, como terapia coadyuvante.

Cuando se aproximan las épocas de los exámenes, las técnicas del yoga físico 'resultarán' sedativas para el adolescente y 'le' harán sentir más confianza en 'sus' propios potenciales.  Siempre, y en cualquier caso, el instructor 'tiene' que cuidar la transferencia del muchachito con 'él' y 'hacerle' ver que ambos están compartiendo una práctica estupenda y pasándolo bien, en alegre complicidad. Según la edad del alumno, las sesiones deben agilizarse más o menos y desde luego el instructor 'debe' tratar de inculcar cierta disciplina al niño en las clases, pero no resultar impositivo. El instructor no 'debe' resultar solemne, sino distendido y afable, impartiendo un yoga aséptico, sin ningún tipo de adoctrinamientos hindúes o de cualquier otro tipo, con un lenguaje natural y cercano. Si el muchachito 'encuentra' en el yoga una fuente de vitalidad y sosiego y 'aprende' a disfrutar del conocimiento de 'su' cuerpo y de 'su' mente, 'permanecerá' toda 'su' vida en la práctica del yoga. De hecho, en 'nuestro' centro de yoga 'llegan' a 'reunirse' a veces los abuelos (que 'empezaron' de muy jovencitos con la práctica del yoga), los padres y los hijos. Y paulatinamente el adolescente 'va' comprendiendo que el yoga es una actitud de vida o, 'él' mismo lo 'va' tomando como un arte de vivir y la esencia del yoga va impregnando 'su' vida, 'permitiéndole' tener una mente más atenta, sosegada y firme.



(Ramiro Calle)
(Fuente: Ramiro A. Calle FB)

Satyameva Jayate. Namaste. 'Bienvenido' 'aventurero de la vida'. ¿Ya 'te alimentas' bien?

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