.
La meditación es un arte de vivir; vivir plena, sosegada y armónicamente. Por un lado hay que practicar la meditación sentada, pero, por otro, llevar la actitud meditativa a la vida diaria, o sea trazar un vínculo entre la práctica meditativa como tal y la vida cotidiana. Es esencial trasladar una actitud adecuada a 'nuestro' devenir diario y convertir la vida misma y sus vicisitudes en una gran maestra.
La actitud es como 'nos' tomamos la cosas, o sea desde qué enfoque o punto de vista las 'consideramos'. 'Recordemos' el antiguo adagio: "Depende de cómo se coloquen las bisagras de una puerta para que abra hacia adentro o hacia afuera". Así, dependiendo de la actitud, las cosas pueden resultar de uno u otro modo y la actitud es la que crea un tipo de reacción, sea ésta equilibrada o, por el contrario, desmesurada o anómala. Es esencial ir cultivando una actitud adecuada para la vida diaria, puesto que por un lado está la influencia o estímulo proveniente del exterior y, por otro. 'nuestra' reacción anímica. Lo que a unos fortalece a otros 'da' debilidad: dependiendo de la actitud. Lo que a unos tanto angustia a otros apenas altera: dependiendo de la actitud. Lo que en unos 'causa' tanto disgusto o preocupación, a otros no 'inmuta': dependiendo de la actitud.
Hay dos realidades o planos: el exterior y el anímico. La realidad exterior se caracteriza por situaciones, circunstancias o eventos, en tanto que la anímica o interior, por estados mentales y emocionales. Una y otra interactúan y dependiendo de la actitud o enfoque de la persona, las situaciones externas influyen de uno u otro modo, con una u otra intensidad. En la medida en que se cultiva una actitud de armonía, la persona 'es' menos influida nocivamente por las situaciones externas y no es tanto la diana de las perniciosas influencias procedentes del exterior.
El modo de tomar las cosas y la reacción equilibrada o desorbitada ante las mismas, depende de que la actitud sea más equilibrada o desequilibrada, de mayor o menor entendimiento correcto o incorrecto. Por lo tanto, se puede decir sin duda que una buena actitud 'nos' ayuda en sumo grado, como una mala actitud 'nos' desayuda.
La actitud más saludable y provechosa que se puede llevar a la vida diaria, la 'iremos' consiguiendo a través de la práctica de la meditación. Los frutos obtenidos con la práctica asidua de la meditación se irán trasladando a la vida diaria y 'lograremos' mantener una actitud inspirada por el esfuerzo correcto, la atención consciente, la ecuanimidad, el sosiego, el contento interior, la lucidez y la compasión. Mediante una actitud tal 'estaremos' en mejor disponibilidad para ir resolviendo las complicaciones que se vayan presentando, sin añadir las innecesarias y lo 'haremos' con prestancia y sin 'obsesionarnos' o 'resentirnos' en demasía. Así no 'añadiremos' complicaciones a las complicaciones, sino que 'trataremos' de superarlas, y en lugar de 'preocuparnos' inútilmente, 'nos' 'ocuparemos' conscientemente.
La acción no tiene por qué ser agitación y, sin embargo, sí puede ser meditación. ¿Cómo? Manteniendo en la acción la actitud meditativa, es decir, estando más centrados en el aquí y el ahora, encauzando el esfuerzo o energía sabiamente, activando la atención vigilante, desplegando la ecuanimidad, estimulando el contento interior, recuperando el sosiego cada vez que se pierde y tratando de desarrollar lucidez y compasión.
Cada trabajo o actividad, en lugar de realizarlos de modo mecánico, los 'podemos' efectuar con la mente aquietada pero muy atenta, sin 'dejarnos' obsesionar por los resultados de la acción y conviertiendo cualquier actividad en un soporte meditacional. Se puede acometer cada acción con mucha consciencia e interés, pero sin aferramiento ni apego, sin aborrecimiento ni odio.
No viene nunca de más recordar las sugerentes palabras de Vivekananda: "'Trabajad' como si 'fuérais' en esta tierra un viajero. No 'os' 'encadenéis'. Este mundo no es 'nuestra' morada".
(Ramiro Calle, 21 julio 2013)