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"'Yo' 'predico' el amor a 'uno mismo'. Pero, 'recuerda', amor a 'uno mismo' no significa orgullo egoísta. En realidad, significa lo contrario. Aquel que 'se' ama a 'sí mismo' 'descubre' que no 'tiene' ego. El amor diluye siempre el ego; es uno de los secretos alquímicos que hay que aprender, entender, experimentar. El amor diluye siempre el ego. Siempre que 'amas' el ego desaparece. 'Amas' a una persona y, al menos, durante los breves momentos que dura el verdadero amor por 'ella', no hay ego en 'ti', no hay un 'yo'.
El ego y el amor no pueden coexistir. Son como la luz y la oscuridad: cuando llega la luz, desaparece la oscuridad. Si 'te' 'amas' a 'ti mismo', 'te' 'sorprenderás': el amor a 'uno mismo' implica la desaparición del ego. En el amor a 'uno mismo' no hay ningún atisbo de ego. He aquí la paradoja: el amor a 'uno mismo' carece totalmente de ego. No es egoísta, ya que siempre que hay luz desaparece la oscuridad, y siempre que hay amor no hay ego. El amor derrite el ego congelado. El ego es como un cubito de hielo; el amor es como el sol matinal, el calor del amor..., y el ego se empieza a derretir. Cuanto más 'te' 'ames' a 'ti mismo', menos reflejos del ego 'encontrarás' en 'ti', y 'te' 'verás' inmerso en una gran meditación, un gran salto hacia la divinidad."
(Osho)