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Todo fluye, nada permanece. Todo transita, nada se detiene. Todo viene y parte, nada se queda. Y sin embargo, no 'sabemos' ser fieles a la naturaleza del momento, fluir con el curso de los acontecimientos desde la consciencia y la ecuanimidad, saber tomar y saber soltar, 'dejarnos' inspirar por el abierto y apacible espíritu del valle.
La vida no es una fotografía fija. No es un diapositiva inmóvil. No es una escena que se detiene. La vida sigue su curso, es impredecible e imprevisible, es como el mercurio que no 'puedes' coger con los dedos, como el torrente de agua que encuentra la manera de seguir su curso. Nada deja de estar sometido a la transitoriedad, pero cuando algo dura más 'nos' engaña, como si fuera el más hábil prestidigitador, y 'creemos' que es fijo, que dura siempre.
Lo fijo se endurece. La flexibilidad es vida, pero la rigidez es muerte. Lo fijo está en la mente, pero no en la vida. La mente acumula, endurece, se adhiere a viejos modelos y patrones, imita, no se renueva, carga con su fardo de traumas, complejos, frustraciones y heridas psciológicas. La vida cambia, pero la mente se agarra con desesperación a su jaula de ignorancia, avaricia y odio. La mente quiere detenerse en sus esquemas, en sus ciegos y mecánicos modelos de pensamiento, en su culpabilidad, su desdicha, su rencor y su necedad. Los años discurren y la mente se niega a cambiar.
Cuando una habitación no se ventila, su atmósfera se enrarece. Cuando el agua no fluye, se vuelve sucia y maloliente. En el trasfondo de la mente hay pus que liberar; en la trastienda de las emociones, hay fango que limpiar. La idea del despertar es una idea, una más. Hay que despertar. No se trata de una idea fija. Nadie despierta con la idea del despertar. Hay que poner todos los medios para irlo consiguiendo.
Lo fijo se oxida. Lo fluido siempre permanecece en su inspiradora frescura. Un amor que se fija no es amor, sino una obsesión. El amor se expande, fluye, se irradia. Nunca se detiene, no tiene límites.
Porque todo fluye, hay tres cosas que nunca pueden recuperarse: La flecha disparada, la palabra dicha y la oportunidad perdida. Porque todo fluye, Buda 'se' 'encontró' con el enemigo que el día anterior 'le' 'escupió' y 'le' 'sonrió' ante 'su' sorpresa, 'diciéndole': ¡'tú' no 'eres' ya el que 'me' 'escupió' ni 'yo' el que 'recibió' el escupitajo". Así no hay lugar para el afán de venganza, el rencor, el odio que se fijan en el alma y le impiden renovarse.
Si todo fluye, todo transita, todo muda, ¿de qué 'podemos' estar seguros? De nada. Tanto más seguros 'queremos' estar, más inseguros 'estamos'. Mientras más 'nos' 'entregamos' a la inseguridad, más seguros 'nos' 'sentimos'. A la sabiduría de la fluidez hay que añadirle la de la inseguridad. Todo es incierto, todo es en cierto modo un despropósito, pero se puede vivir con consciencia y ecuanimidad o ciega y mecánicamente. Como 'decía' Tennyson: "la única seguridad yace en la inseguridad". La inseguridad es segura. La impermanencia es fija.
El conocimiento es fijo: acumulación de datos, información, saber libresco, erudición. A nadie cambia. La Sabiduría es movible y reveladora. Una biblioteca es algo fijo, pero la vida es movimiento. El que 'se' 'detiene' psíquicamente ya 'está' muerto, pero no es la muerte para renacer, como va logrando la práctica de la meditación, sino para morir en vida... ¡y qué peor muerte puede haber! Los conceptos 'nos' bloquean; las creencias 'nos' disecan. 'Nos' 'volvemos' torpes y pusilánimes, y entonces 'comenzamos' a utilizar amortiguadores psíquicos, autoengaños, todo aquello que aún 'nos' fija más y 'nos' impide ser fluidos, naturales, hermosamente intrépidos.
En lo fijo hay una aparente seguridad que no es tal. Es una alucinación. Más autodefensas narcisitas, menos defendidos 'estamos'. Si 'te' 'detienes' montando en bicicleta, 'te' 'caes'. Si el funámbulo 'se' 'agarra' al alambre aterrorizado, no 'logra' cruzarlo.
Si no 'nos' 'vaciamos' interiormente de algo, nada puede entrar. 'Nos' 'cerramos' a la energía sutil. 'Nos' 'volvemos' un disco de vinilo repitiéndose incesantemente. Siempre el mismo disco. 'Nos' 'hacemos' toscos, 'nos' embrutecemos, 'dejamos' de 'sorprendernos' con la imprevisibilidad, la impredecibilidad y la inseguridad de la vida.
¿Dónde hallar refugio? No 'contesto' 'yo', sino 'él', el Despierto, el Buda:
DENTRO DE 'TI MISMO'.
(Ramiro Calle)
(Fuente: Yoga es más FB)