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"Tierno algodón de azúcar, nube pasajera y liviana, transparencia atmosférica, ingravidez serena...
Tumbado sobre la hierba, en el monte, rodeado de árboles y sotobosque mediterráneo, el buscador se apercibe de un pequeño detalle en el que nunca había reparado. Gira la cabeza y la mirada en derredor, y descubre que la hierba, que las matas vegetales, que los arbustos, que los árboles... están todos enfocados con sus hojas en la misma dirección; están mirando hacia arriba, hacia el espacio celeste; de ahí les viene el 'alimento', la energía. Se sustentan con sus raíces en la tierra pero tienen dirigida su atención hacia lo alto, hacia el Cosmos.
El buscador se sonríe. Para un ser que anda erguido, esto no es así. Se mira a los lados, a la gente, adelante, al suelo, sobre todo al suelo, pero nunca a las nubes, nunca o casi nunca al ancho espacio celeste o a ese Sol que da vida de una forma u otra a este planeta; por otra parte, se podría tropezar.
Es una pequeña pero gran lección. La naturaleza, con la enseñanza obtenida en millones de años evolutivos, ha aprendido sobre todo y desde el principio, a conectarse con la energía, simplemente, sin más preguntas; ha aprendido a mirar hacia arriba, hacia el Cosmos que alimenta.
Tierno algodón de azúcar, 'glamourosa'
nube, espacio celeste."
(Braddha Bala)
