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En el yoga clásico no hay oración. Orar es hablar con Dios. Se trata de un término religioso. Patañjali habla de ishvarapranidhana, que significa entrega o sumisión al ser supremo, a la perfecta esencia completamente aislada, en el sentido de abandono de los frutos de nuestras acciones o actuación con desapego absoluto. Esto no es orar. También dice Patañjali que esta entrega a ishvara puede practicarse mediante la recitación de "om". Recitar "om" puede parecer un rezo desde el exterior, pero no conlleva la componente de diálogo con la divinidad en la cual suelen incorporarse peticiones personales a un poder cósmico. En el yoga postclásico, practicado dentro del seno del hinduismo, se incorpora el canto de mantras o kirtan, en los cuales se establece una especie de diálogo-alabanza-petición a los dioses. Esto ya podría considerarse propiamente una oración. Algunos dicen que sentir la “presencia” es un modo de orar, de "hablar" con el Ser, de estar unido. Pero, ¿sentir la presencia, de qué?, ¿unirse, a qué? Para orar tiene que haber dos entidades separadas: el que ora y aquello a lo que se dirige. Esto puede tener sentido en otras filosofías o en las distintas religiones, pero en el yoga de Patañjali lo que se persigue no es una unión con algo superior, sino una vuelta al origen, al reencuentro con la esencia que en verdad somos.
(Fuente: Jose Antonio Offroy FB)