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"El meditador ha aprendido a estar lleno de energía, al límite, al máximo. Vive en la cumbre; ha construido su hogar en la cumbre. Ciertamente tiene calidez, pero no está enfebrecido, únicamente demuestra vida. No está ardiente, sino fresco, porque no está apartado de sus deseos. Es tan feliz que ya no busca la felicidad. Está tan a gusto, tan como en casa, que ya no va a ninguna parte, no va corriendo ni persiguiendo...; se encuentra muy bien."
(Osho)