"La mente (ordinaria) es lo contrario a la meditación. Si te mueves en ella, en la mente (ordinaria), la confusión domina, eso sí, una confusión muy aparente; tienes un yo y un corolario que lo rodea y que dice haz esto, ten lo otro, lucha por aquello, busca pareja para no estar solo, busca medios para sobrevivir...
Y así se mueve el mundo, en general, instalado en tal mente, en la conciencia del yo y del pensamiento.
Mas, cuando la mente (ordinaria) se detiene por medio de la meditación y el pensamiento pasa a ser silencio y el yo deja de ser, al carecer de función, entonces uno ha llegado a casa, sin más, al hogar, al que siempre está con uno pero que al vivir establecido en la mera mente, solo en la mera mente, hace al individuo estar a años luz de sí mismo, del propio hogar, del que restablece la calma, el real sosiego.
Desoirás probablemente estas palabras. Las considerarás quizá inaceptables, y continuarás lo más seguro aferrado como una lapa a la fantasía en la por norma te mueves al funcionar establecido solo en la mente (ordinaria); al funcionar en el pensamiento que es como una ayuda y como una celda de prisión a la vez; al funcionar en el yo que es la llave que te encierra en tal prisión; y funcionarás identificado con todo eso, como tantos otros seres, padeciendo miedo, teniendo prisa y siendo capaz de matar incluso por defender tal estado de cosas; eso sí, estado de cosas que, como se ha dicho, representa ser muy aparente y aceptado por el común de individuos.
Solo, cuando esa mente (ordinaria) se detiene a través de la meditación, como se ha expresado, cuando el pensamiento se detiene a su vez y el yo hace lo propio al desconectarse la mente, aparece el reencuentro con quien en verdad eres, con tu propia persona, con tu esencialidad como ser. Entonces, ya no hacen faltas palabras, justificaciones, defensas de esto o lo otro. Ves, y es suficiente. Estás en casa y no necesitas más. Estás en casa y estás cómodo en ella."
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: compartimosunbrunch.com)