"Yo era como aquel que no se quiere enterar. Me decían algo, y miraba a otro lado, me llamaban, y echaba a correr.
Tenía miedo a la noche, al dolor, a la carencia, a la coherencia, y, sobre todo, tenía un miedo indefinible a algo que me acompañaba continuamente, a un aire, a una nada, no sé.
Así vivía o subsistía en aquel medio, recelando, desconfiando, ausente.
Me sentía como si estuviera de hecho en una sabana africana colmada de animales y un servidor fuera no más una gacela palpitante, no un león hambriento.
Las cosas cambiaron cuando me sucedió algo, no sé; dormía, dormía, y, de repente, sobresaltado, salí del sueño, de la ilusión, de la nada. Todo había cambiado alrededor en un segundo, como cambian las realidades que no lo son, como cambian las cosas que no existen, que son meras representaciones mentales de los miedos, de las angustias, de las latentes inseguridades.
El día que abrí los ojos, descubrí que la mente quedaba ya más abajo, en un estrato inferior, con sus egos, con sus yoes, con sus artificios, con sus identificaciones y huidas. Sí, ese día, descubrí que la mente quedaba ya más abajo."
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: todosenfilaindia.blogspot.com)