"Te contaron que la vida era un regalo divino, un paraíso en la Tierra, concedido por un 'Dios' que vigila a sus hijos y que otorga a cada cual lo que cada cual se merece.
Para consolar tu conciencia y calmar las inquietudes que inducen a la búsqueda, te vendieron esa moto y tantas otras más que siguen aún rigiendo con poder la vida cotidiana de los individuos.
Te dijeron que eras un "yo", una identidad, una personalidad, y así, con el papel que te dieron en la mano, en el que figuraba un nombre, un número y una foto, sonreíste ante el espejo "Por fin ya sé quien soy", exclamaste. Y te integraste al corro de los convencidos. Ya no hacía falta buscar sentidos porque el documento que tenías certificaba quién eras y los libros sagrados explicaban a su vez el significado de la existencia.
Mas un día, todo eso se fue al cuerno, cuando tuviste aquel accidente revelador o enfermedad seria o traspiés imposible y te lavaste bien la cara y prácticamente todo alrededor te abandonó como por ensalmo. En ese día cayeron sin más los velos que soportaban el entramado de la mentira, de la ficción en la que los seres humanos mayoritariamente andan moviéndose.
Hoy día, fuera ya de añagazas y subterfugios atontinadores, sabes que estás aquí, en este mundo, para ir en pos de un sentido, de un conocimiento de ti mismo, sin necesidad de más cuentos infantiles que perturben tu entendimiento y tu camino."
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: Daria Endresen FB)