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Joan Antoni Melé, subdirector de Triodos Bank España
Joan Antoni Melé, subdirector de Triodos Bank España
‘Hay que recuperar los valores y usar el dinero de forma ética’
J. Y. / Ciudad Real 18/3/2011 Lanzadigital
Parecería un discurso de cualquier filósofo antiguo o contemporáneo, centrado en la dimensión social de los valores humanos, sino fuera por el contexto en el que se aplica: el áspero y arrogante sistema financiero. Quien argumenta es Joan Antoni Melé, subdirector de Triodos Bank España, una marca de banco que rompe con el “viejo” modelo especulativo para apostar “por un uso responsable del dinero para construir un futuro mejor”. El también autor del libro “Dinero y conciencia” participó este jueves en el ciclo de Letras Solidarias para debatir sobre Banca ética: otra banca es posible. Junto a Valle Contreras, de Fiare, y Javier Blanco, de Coop57, Melé aseguró que ha pasado de ser considerado un extraterreste a que miles de personas demanden sus servicios para invertir “con conciencia y transparencia”.
PREGUNTA.- ¿Hay hueco en esta sociedad tan materialista para la banca ética y responsable?
REPUESTA.- Más que nunca, pues se ha hecho evidente la necesidad de que este tipo de banca es la única viable para el futuro. En un momento en el que es preciso invertir en economía real para generar trabajo, la opción de una banca que utilice el dinero para mejorar el mundo es una idea fantástica. Parece una idea nueva, pero llevamos 40 años haciéndolo y se ha demostrado que la crisis no nos ha afectado porque no hacemos especulación. Ahora más que nunca es necesario el nuevo modelo y, de hecho, el crecimiento ha sido espectacular porque la gente lo apoya cuando descubre que con su dinero puede ayudar a cambiar el mundo.
P.- Este modelo de gestión también se está aplicando en las empresas
R.- Sí, muchas empresas ya están cambiando, está cambiando todo, el concepto de responsabilidad o el de consumo responsable. No es una moda, es un tema de salud, de medio ambiente, de sostenibilidad, hemos vivido un siglo en el que el objetivo parecía que era crecer, divertirse, ganar dinero y ahora empezamos a plantearnos los valores humanos, el sentido de la vida y adónde queremos ir. Es la pregunta fundamental porque el modelo antiguo no vale. Ya mucha gente nos ve como algo más. Todo puede cambiar. Cuando alguien me pregunta si una banca ética es posible, le digo que depende de si como persona es ética y sus criterios en el uso del dinero son éticos, frente a la codicia y la rentabilidad. Claro que es posible. Por eso no me sirven las críticas contra los principios que siempre han regido los bancos, porque yo llevo 35 años en banca y todos hemos contribuido a crear ese modelo.
P.- En el mundo financiero parece que no casan los conceptos de ética y solidaridad con los de resultados y beneficios
R.- Son contradictorios porque los hemos hecho así. Mis clientes me decían ‘o me pagas más o me voy a otro’, y si lo que queremos es ganar mucho pues vamos a especular. Evidentemente, una empresa sin criterios éticos ganará más que una que sí los tenga y que no contamine, que pague sueldos dignos, o que no haga explotación infantil en Birmania. ¿El banquero es codicioso o soy yo el que le exijo la máxima rentabilidad?. El cambio lo tenemos que hacer nosotros. Hay que partir de la posición de que mi dinero es mi poder, mi fuerza y tengo que saber a quién se lo voy a ceder y qué quiero que hagan con él. Cuando en el año 2000 empecé a dar conferencias me miraban como a un extraterrestre, hace cinco años me empezaban a entender y ahora hay miles de personas que conocen el modelo. No es una utopía, es una realidad, y es imprescindible
P.- Pero para asumir esos principios es preciso un cambio cultural, ¿no?
R.- Claro, un cambio cultural, de valores y de espiritualidad. Hay que preguntarse qué sentido tiene la vida, qué mundo voy a dejar a las futuras generaciones. Si tu concepción es totalmente escéptica y dices vamos a vivir la vida que son cuatro días, pues dejaremos el planeta destruido pero si tienes valores y quieres dar sentido a tu vida todo cambia. El propio concepto de trabajo debería cambiar, y tanto si eres banquero, como periodista o camarero trabaja con amor y para que al otro le sea útil, esto es lo que cambia el mundo. Hay que hacer un cambio cultural radical y poner al ser humano en el centro de la vida social y económica, pues hoy no lo está.
P.- Se está refiriendo a la conciencia, usted en su libro señala que si no hay conciencia no hay libertad
R.- Exactamente, nos parece que hacemos lo que nos da la gana cuando nos da la gana, pero en realidad respondes a un deseo y no eres consciente de ello. Uno es libre cuando ve realmente las consecuencias de lo que puede provocar una decisión y lo decides en libertad y no porque un instinto te pida hacerlo. Despertar la conciencia y comprometerse con el mundo es un acto de libertad. Hay que pensar que hago algo porque veo que es bueno para el mundo no porque satisfaga un instinto. Hasta ahora, hemos fomentado una educación de falsa libertad, sin complicaciones, con unos eslóganes que hay que combatir. Todos vivimos en la contradicción y por eso no soy partidario de criticar y atacar sino de impulsar entre unos y otros el proceso de cambio. No podemos separar el individuo de la comunidad , pues todos estamos vinculados.
P.- El viejo lema de la unión hace la fuerza
R.- Sí. En mis 30 años en la caja de ahorro me venían clientes contentos porque habían comprado un piso por 20 millones y lo habían vendido por 40. Y yo les decía vale, pero ahora tu hijo no se podrá comprar uno. El egoísmo de unos perjudica a otros y si seguimos pensando en el yo, yo, mal vamos. En la nueva visión de cambio hay que pasar al nosotros.
REPUESTA.- Más que nunca, pues se ha hecho evidente la necesidad de que este tipo de banca es la única viable para el futuro. En un momento en el que es preciso invertir en economía real para generar trabajo, la opción de una banca que utilice el dinero para mejorar el mundo es una idea fantástica. Parece una idea nueva, pero llevamos 40 años haciéndolo y se ha demostrado que la crisis no nos ha afectado porque no hacemos especulación. Ahora más que nunca es necesario el nuevo modelo y, de hecho, el crecimiento ha sido espectacular porque la gente lo apoya cuando descubre que con su dinero puede ayudar a cambiar el mundo.
P.- Este modelo de gestión también se está aplicando en las empresas
R.- Sí, muchas empresas ya están cambiando, está cambiando todo, el concepto de responsabilidad o el de consumo responsable. No es una moda, es un tema de salud, de medio ambiente, de sostenibilidad, hemos vivido un siglo en el que el objetivo parecía que era crecer, divertirse, ganar dinero y ahora empezamos a plantearnos los valores humanos, el sentido de la vida y adónde queremos ir. Es la pregunta fundamental porque el modelo antiguo no vale. Ya mucha gente nos ve como algo más. Todo puede cambiar. Cuando alguien me pregunta si una banca ética es posible, le digo que depende de si como persona es ética y sus criterios en el uso del dinero son éticos, frente a la codicia y la rentabilidad. Claro que es posible. Por eso no me sirven las críticas contra los principios que siempre han regido los bancos, porque yo llevo 35 años en banca y todos hemos contribuido a crear ese modelo.
P.- En el mundo financiero parece que no casan los conceptos de ética y solidaridad con los de resultados y beneficios
R.- Son contradictorios porque los hemos hecho así. Mis clientes me decían ‘o me pagas más o me voy a otro’, y si lo que queremos es ganar mucho pues vamos a especular. Evidentemente, una empresa sin criterios éticos ganará más que una que sí los tenga y que no contamine, que pague sueldos dignos, o que no haga explotación infantil en Birmania. ¿El banquero es codicioso o soy yo el que le exijo la máxima rentabilidad?. El cambio lo tenemos que hacer nosotros. Hay que partir de la posición de que mi dinero es mi poder, mi fuerza y tengo que saber a quién se lo voy a ceder y qué quiero que hagan con él. Cuando en el año 2000 empecé a dar conferencias me miraban como a un extraterrestre, hace cinco años me empezaban a entender y ahora hay miles de personas que conocen el modelo. No es una utopía, es una realidad, y es imprescindible
P.- Pero para asumir esos principios es preciso un cambio cultural, ¿no?
R.- Claro, un cambio cultural, de valores y de espiritualidad. Hay que preguntarse qué sentido tiene la vida, qué mundo voy a dejar a las futuras generaciones. Si tu concepción es totalmente escéptica y dices vamos a vivir la vida que son cuatro días, pues dejaremos el planeta destruido pero si tienes valores y quieres dar sentido a tu vida todo cambia. El propio concepto de trabajo debería cambiar, y tanto si eres banquero, como periodista o camarero trabaja con amor y para que al otro le sea útil, esto es lo que cambia el mundo. Hay que hacer un cambio cultural radical y poner al ser humano en el centro de la vida social y económica, pues hoy no lo está.
P.- Se está refiriendo a la conciencia, usted en su libro señala que si no hay conciencia no hay libertad
R.- Exactamente, nos parece que hacemos lo que nos da la gana cuando nos da la gana, pero en realidad respondes a un deseo y no eres consciente de ello. Uno es libre cuando ve realmente las consecuencias de lo que puede provocar una decisión y lo decides en libertad y no porque un instinto te pida hacerlo. Despertar la conciencia y comprometerse con el mundo es un acto de libertad. Hay que pensar que hago algo porque veo que es bueno para el mundo no porque satisfaga un instinto. Hasta ahora, hemos fomentado una educación de falsa libertad, sin complicaciones, con unos eslóganes que hay que combatir. Todos vivimos en la contradicción y por eso no soy partidario de criticar y atacar sino de impulsar entre unos y otros el proceso de cambio. No podemos separar el individuo de la comunidad , pues todos estamos vinculados.
P.- El viejo lema de la unión hace la fuerza
R.- Sí. En mis 30 años en la caja de ahorro me venían clientes contentos porque habían comprado un piso por 20 millones y lo habían vendido por 40. Y yo les decía vale, pero ahora tu hijo no se podrá comprar uno. El egoísmo de unos perjudica a otros y si seguimos pensando en el yo, yo, mal vamos. En la nueva visión de cambio hay que pasar al nosotros.