¿Hasta cuándo tus dardos envenenados, tus juicios de plomo, tus armas escondidas?
¿Hasta cuándo tu tiranía, tu mentira, tu placa de buen sheriff que todo lo vigila y controla?
Camino sola, entre juicios que favorecen el buen orden, la homogeneidad, el estar dentro del carril.
El semáforo me invita a cruzar, y también a correr (la avenida es ancha).
El guardia me mira de arriba abajo, apostado tras sus gafas de sol oscuras.
La vecina me controla tras los visillos, tras las persianas.
La panadera me examina el rostro como con rayos gamma "Hoy se ha pintado los labios de otro color, piensa, y se ha arreglado las cejas".
Control, control. Energía invisible todo alrededor. "No te salgas del cauce", parece insistir una voz, "No te atrevas", "Sigue la norma", "Repite lo que heredaste", "Instálate en el buen orden"...
Sí, debo ser rara, porque me siento juzgada si visto de otro color, si pienso diferente, si no realizo las labores como se espera de mí.
Me ahogo. Siento opresión. Necesito respirar otro aire. Necesito besar unos labios que me liberen, que hagan magia con todo lo que me rodea, con toda esta cárcel disfrazada de paraíso y corrección.
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: Middle Distance Runner FB)