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"Basé 'mi' vida en el "yo", sin saber que 'me' abrazaba a un extraño que no 'me' quería bien, que 'me' camelaba simplemente para 'robarme' lo más propio y vital. 'Me' camelaba.
'Me' aferré -porque 'me' 'enseñaron' a hacerlo así- a un "ego". Parecía lo normal, lo lógico, y nadie 'ponía' peros a tal cosa e incluso la gente 'silbaba' a modo de aparente felicidad. Todo parecía hermoso.
'Me' até -o más bien 'me' 'ataron'- a una personalidad, con nombre y número. Ya para siempre una identidad y unos dígitos serían la respuesta a cualquiera que 'preguntara' "¿Y tú... quién eres?" Todo parecía fácil. Les 'respondía' "'Mi' nombre es Bond... James Bond" o 'mi' número de carnet de identidad es tal -uno que nunca 'se' eligió, como tampoco 'se' eligió el nombre-. Suena bien lo de James Bond, pero podría ser Roberto Arenas o Julius Kant o Emily Bryne... Qué más da.
'Me' 'dieron' un mundo hecho, una cultura establecida, unas respuestas fijas, unos platos cocinados y unos verdaderos extraños como familia a los que 'debía' querer, amar, porque 'eran' lo propio, carne de la propia carne o "sangre de mi sangre", "y me debes respeto", 'decían'.
Ahora, tumbado sobre una llana roca caliza en la montaña, entre pinos, romero, tomillo, enebro..., 'siento' que esta que 'me' rodea es 'mi' verdadera familia, 'mi' verdadera morada, esta naturaleza, y que lo otro... una especie de pesadilla de la que no toca más remedio, un día u otro, que despertar.
Cuando el ser humano 'reconozca' -como 'descubrió' el amigo Sidhartha Gotama (Buda) y tantos otros sabios habidos en la historia- que la causa de todos 'sus' males es esa falsa identidad a la que 'se' aferra como una lapa, 'empezará' a descubrir un mundo distinto, un mundo más abierto y pleno de sentido.
Estirado sobre la roca, el mundo es bello y la muerte no existe porque ya se está en el Cielo."
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: Rosabella Astudillo FB)
