"La vida es un proyecto divino, no más; en el planeta Tierra y en cualquier otro planeta del Cosmos. El fin de la vida es el mismo en todos los lados; el fin de los seres es único: crecer en consciencia, ser conscientes de sí mismos..., despertar.
Cuando un ser despierta, ya está en casa, en el hogar, en el destino. No importa dónde se encuentre ni qué circunstancias lo rodeen; está ya en el destino, en la meta, en el hogar.
'Dios', Brahman..., es un diseñador industrial muy efectivo, proyecta mundos, proyecta juegos, proyecta sin cesar y deja meramente que fluya la rueda del karma.
Si los seres descubriesen que todo alrededor suyo es en el fondo más ilusorio y relativo de lo que representa ser, probablemente se pararían en seco (si albergan cierta inteligencia) y se echarían las manos a la cabeza, diciéndose instintivamente para sus adentros: "Bobo, bobo, bobo..., más que bobo".
En el juego divino del existir, parecen crearse universos de la nada, infinitas galaxias y constelaciones de la nada, soles inmensos con sus respectivos planetas jugando a darles vueltas sin alcanzable final de la nada.
En la esencia de todo este juego, y como se ha dicho, lo único que realmente importa es la consciencia, la consciencia que va madurando en la vida, en la rueda del karma, que va evolucionando, que va despertando a sí misma.
¡Tanto trabajo para esto! ¡Tanto tiempo! ¡Tanta evolución!
Y los dioses, como riéndose sin reírse, como invisibles en algún lugar, y tal que susurrando una eterna cancioncilla compuesta ex profeso para niños: "Comprende mi niño, comprende mi amor... que todo, todo, todo... es menos real de lo que parece ser"."
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: aerom.com.ar)