"No quiero ver. Ni tampoco enterarme. Soy inmune a todo lo que me digas. Seguiré por mi senda, pase lo que pase.
Háztelo mirar, tío; vas contracorriente. Con lo sencillo que es no ver, no pensar, solo dejarse ir por la inercia.
No, no quiero ver, ni tampoco sentir, y mucho menos pensar en algo más que en lo que está ahí, al alcance de la mano, meramente.
La vida es así, aceptar las cosas como están, como vienen, y moverse en ellas; pedir una caña o un vino... o un aperitivo y hacer un viaje y distraerse, o tomar el sol en una playa, o hacer senderismo, o ir al cine o al teatro o cualquier otro espectáculo o exposición, y reír, reír mucho.
Los que actúan de otra manera, los que promueven otra fórmula, son en el fondo algo peligrosos y no deberían estar sueltos; son como espejos en los que no queremos mirarnos, en los que no queremos vernos reflejados.
En su base -es un secreto-, tengo miedo, un miedo inmenso a conocerme, a enfrentarme con lo que llevo dentro, un miedo increible a lo desconocido, a lo que no domino, a que las sombras que me habitan puedan alzar la voz y decirme cosas.
Sí, es mejor seguir así y no ver, no pensar, no enterarme y simplemente arreglarme un poco como cada día: pintarme los labios, perfilarme los ojos, darme algo de color a la cara y salir a la calle con mi pelo teñido y vestida con 'mi coraza'; así, al menos, me siento fuerte y actúo como la mayoría, como está mandado."
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: Esben.see.me)