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"Con el aire en la cara, con esa suave brisilla acariciando el rostro, el buscador miraba a lo lejos, hacia el horizonte de un paisaje sin fondo, llano, interminable. Desde esta colina pedía perdón a todos y se despedía. Se iba en dirección contraria, hacia el mundo lleno de bosques, de montañas, de caminos desconocidos...
"Al final -se decía el hombre- se ha de caminar solo... porque los caminos auténticos son así, propios, personales... Si no, no tendría sentido; si no, no se aprendería. El ser humano debe enfrentar sus miedos, sus noches, sus telarañas internas; el que no lo haga, pasará por la vida con una sensación de vacío perpetuo en el cuerpo, en su ser.
No, él ya no quería más vacíos y por eso había decidido ir a llenarse, aunque en el camino le fuera la vida. Sus pasos serían verdaderos al menos, sin jueces, sin veredictos, sin falsas expectativas, sin falsos amores, sin falsos conceptos de amistad. No, lo suyo sería diferente, aunque la única amistad que encontrase en la ruta terminase siendo la de su propio reflejo de buscador en el agua limpia de la montaña."
(Braddha Bala)