"Cuando 'te despiertas, cruzas' una línea que no tiene retorno y nunca más 'vuelves' a ver el mundo de la misma manera. Todavía 'estás' soñando -no se puede evitar el sueño porque soñar es una función de la mente-, pero la diferencia estriba en que 'sabes' que se trata de un sueño. Y una vez que lo 'sabes, puedes' disfrutarlo o sufrirlo. Eso depende de 'ti'.
El despertar es como 'hallarse' en medio de una fiesta en la que hay miles de personas y todas están borrachas excepto 'tú'. 'Eres' el único que 'se mantiene' sobrio. Pues bien, eso es el despertar, ya que la mayoría de los seres humanos 'ven' el mundo a través de 'sus' heridas emocionales, a través de 'su' veneno emocional. No 'son' conscientes de que 'están' viviendo en el sueño del infierno. No 'son' conscientes de que 'están' viviendo en un sueño, del mismo modo que los peces que nadan en el agua no son conscientes de que viven en el agua.
Cuando 'despiertes y descubras' que 'eres' la única persona sobria en una fiesta en la que todos los demás 'están' embriagados, 'siente' compasión por ellos porque, antes, 'tú estabas' en 'sus' mismas circunstancias. No 'juzgues', ni tan siquiera a la gente que 'está' en el infierno, porque también 'estuviste' en él"
(Miguel Ruíz, La Maestría del Amor)