"Sentado sobre una roca, el gurú solía pasar algún tiempo cada día. Sentado sobre ella en la posición del loto, ajeno a inconveniencias, al tráfago del mundo, dejaba simplemente sucederse los minutos, con la espalda recta, alineada con la cabeza; lentamente tomaba aire por un lado de la nariz y luego lo retenía en su ser por cuatro veces el tiempo de la aspiración; después exhalaba el aire con la misma lentitud por el otro lado de la nariz en dos veces el tiempo de la inspiración y repetía el ejercicio pero cambiando el lado de la nariz por el que inspiraba.
El gurú permanecía ajeno al mundo pero reencontrando el verdadero mundo, la verdadera visión."
(Braddha Bala)