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"Siempre, cuando escuchas algo nuevo, algo para lo que no te han preparado, te produce un cierto escalofrío y un temor y un vacío también. Es natural que así sea; has adecuado tu vida para una Tierra que te explicaron e insistieron que era plana, plana y plana, llana como el mismo suelo que estás pisando (esto era obedecer a la pura lógica, sin más complicaciones).
Todo el mundo viviendo así, con tal conciencia, para que aparezca en algún momento por ahí un memo o un pirado diciendo que se ha subido a un alto monte y que desde allí las cosas se distinguen de otra manera y que la Tierra parece tener forma redondeada y no plana.
Todo el mundo viviendo así, con tal conciencia, para que aparezca en algún momento por ahí un memo o un pirado diciendo que se ha subido a un alto monte y que desde allí las cosas se distinguen de otra manera y que la Tierra parece tener forma redondeada y no plana.
Casi lo ahorcan, y, con espumarajos en la boca (aunque parezca exageración), lo califican de enemigo del pueblo, de subvertidor del orden establecido e, inexorablemente, se le condena al ostracismo, expulsándole lejos, bien lejos de las sanas conciencias.
Luego, al tiempo, aparece otro tipo que dice algo similar, y a este lo clavan en una cruz para que no cunda ya más el ejemplo y los jóvenes sepan a quién deben hacer caso, al libro sagrado de los ancestros, el que cuenta lo plana que es esta magnífica creación divina. Y, orgullosos, dicen los defensores del orden: "Al final, al final de la extensa llanura, está el Finis Terra, la Tierra que se acaba, nada más".
Paradójicamente, amigos, este esquema secular, parece seguir funcionando -con sus más y sus menos- actualmente, fomentado desde escuelas y alentado por culturas pretéritas o en la sombra. Quizá ahora se acepta que la Tierra sea más o menos redonda, pero los murallones de perturbadora ignorancia siguen siendo prácticamente los mismos."
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: expertosenelcamino.com)
