Ese es el precio. Dejar la vida por una lágrima. Renacer por una lágrima. Empezar a vivir por una lágrima.
Entre la noche escarbas y nada obtienes. Entre el día escarbas y tampoco nada logras. "¡Es otro modo!", te gritan los astros, "¡No es la vía común!", y tú, que marchas por lo común, no entiendes.
"¡Es otra lógica!", proclaman asimismo los Cielos. "¡Es otro modo!", insiste el silencio, la vida, lo vivo que subyace en ti.
Todo por una lágrima, pero ésta es primordial; la que derramas cuando descubres que, ciertamente, no es por ahí, que por la vía común, nada obtienes, que ha de haber algo más, y que ese algo más no se logra haciendo caso a la madre, al padre, al cura, al presidente del gobierno, al amigo o al enemigo de turno, no.
Ha de haber algo más, y ese algo más solo aparece cuando la niebla se disipa, cuando la noche fenece, cuando la vida, la auténtica, llama a tu puerta y tú la recibes con una leve lágrima en el rostro.
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: Daria Alexandrova. See.Me)