Páginas

miércoles, 8 de febrero de 2017

El día en que vi al maestro





"Ese día andaba un tanto confuso. Tantas distracciones a mi alrededor. Tanto murmullo. Tanto creerme en lo correcto... Y lo establecido que estaba sobre unos fundamentos que presumía del todo sólidos.
El día en que vi al maestro, muchas cosas se me removieron por dentro.
No sonreía. Parecía serio. Mas, sus ojos sí sonreían, con un muy peculiar brillo. Me dije "Esta es la verdadera sonrisa... La que nace de un interior puro, limpio, transparente... y, por lo mismo, sabio".
Me sonrió, sin embargo, e hizo un gesto de asentimiento.
Me acerqué. No sabía bien bien cómo actuar. ¿Doblar la cerviz, arrodillarme, sonreírle también...?
Me invitó a que me sentara y compartimos un té de hierbas desconocido para mí (para mí, yo, tú... Estas palabras se me hacían espesas a su lado. Sonaban como quejumbrosas rocas fuera de lugar).
Me habló con voz calma, y me dijo que él no era un maestro, que el maestro debía buscarlo dentro de mí, solo en mí, que ahí se hallaban todas las respuestas a todos los conflictos.
Entendí que era un ser en cierta medida diferente, un ser en cierta medida despierto a otro tipo de cosas, ajenas para el que vive envuelto en el sueño del mundo cotidiano y sujeto a toda esa lógica de yo, mío, tuyo, negocio...
Entendí que era un ser despierto, un ser liberado, alguien que también había encontrado al maestro dentro de sí mismo y que por ello me invitaba a hacer tal cosa, a entrar dentro, a no tener miedo y entrar dentro.
Tras el día en que vi al maestro, algo cambió en mi persona."



(Braddha Bala)
(fuente imagen: vak1969.com)