"El maestro comparte con el discípulo gran parte de lo que sabe. Si ve que el discípulo no llega a un buen entendimiento, le habla de cosas menores, del aire, de la risa, del fluir del agua, del tiempo, de cosas así.
El maestro sabe ver más allá. En su afán, no obstante, considera que el discípulo está siempre más capacitado de lo que realmente está. Este es el aparente fallo del maestro. Pero así él también crece, dándose cuenta, apercibiéndose de los verdaderos niveles.
El maestro se dice "La mayor parte de seres anda envuelta en una especie de sueño, duerme no más. Cree vivir, pero, en realidad, está 'muerta', 'muerta' a sí misma".
El maestro habla para los despiertos o para los que sus ojos empiezan ya a temblar al sentirse tocados por la luz del día o por estar ya hartos de noche; para estos habla el maestro.
El maestro habla para los despiertos, sí. Hablar para los que duermen, para los inconscientes, para los que aún se mueven en el mundo del sueño "ego y mente", es tarea vana, es perder el tiempo como un desocupado.
El maestro se lava la cara de continuo, sorprendido de que la simple realidad de la liberación y el despertar esté, empero, tan lejos de tanta gente, tan lejos."
(Braddha Bala)
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