"Somos todos personas solas en un Camino de Santiago, con la mochila a la espalda y con bastón o sin él. No importa que la ruta sea por el camino Francés, o por el del Norte, o por el Primitivo, o por el Inglés, o por el Portugués o por la Vía de la Plata o por cualquier otro. No, no importa.
Tampoco importa si haces el camino andando, en bici, en silla de ruedas, o como sea.
Tampoco importa si haces el camino andando, en bici, en silla de ruedas, o como sea.
Por esta ruta marchamos, cada uno con su propia idiosincrasia e inconveniencias, compartiendo eventuales charlas, eventuales pasos al unísono; pero la ruta siempre es en solitario, avanzando por una pista invisible, interior e invisible, una que no parece contar pero que es la que cuenta en definitiva.
El Camino de Santiago es un reflejo de nuestro sentido en esta vida. Venimos a ella para hacer un recorrido hacia un destino. Por el camino aprendemos... de lo simple, de lo complicado, de lo vano, de lo inútil, del sin sentido, de lo poco o mucho que somos en esta especie de locura que nos rodea y también nos habita.
Al final del camino no hay nada, no; y lo hay todo, sin embargo. A lo largo de la ruta algo interno ha ido modificando al caminante, ha ido creciendo en él, como una especie de semilla plantada por la inocente ilusión.
Al final del camino no hay nada, de veras que no; mas, se tiene la impresión de que algo ha cambiado dentro, de que hemos andado por una vía mágica, atemporal, imposible de explicar, por una vía que es la que realmente cuenta a la postre en el juego del existir."
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: blogs.ua.es)