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domingo, 26 de abril de 2015

Joyeros y bisuteros

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Varios aspirantes espirituales acudieron a visitar a un sabio y le dijeron:

- Venerable sabio, ¿nos puedes decir qué diferencia hay entre un falso maestro y uno verdadero?.

El sabio repuso:

La que puede haber entre el bisutero y el joyero. El primero se sirve del cristal y el joyero del diamante.

Intrigados, preguntaron los aspirantes:

- Pero ¿por qué hay aspirantes espirituales que van entonces al bisutero en lugar de acudir al joyero?

El sabio les miró con ojos comprensivos y explicó:

- Es muy sencillo, queridos míos. Las personas que no pueden pagar un diamante van al bisutero, pero las que pueden pagarlo van al joyero. Del mismo modo, el aspirante que no quiere pagar con su esfuerzo, motivación, entrenamiento y disciplina, acude al maestro falso, pero el que está dispuesto a pagar con todo ello se pone en manos del verdadero maestro. El maestro-bisutero te dará enseñanzas superficiales y distorsionadas; el maestro-joyero te procurará las auténticas enseñanzas.

REFLEXION:

Son muchas las personas que dicen estar interesadas en la búsqueda espiritual y la paz interior, pero son meras diletantes que no despliegan su esfuerzo para progresar interiormente ni se someten a la disciplina necesaria que requiere energía, paciencia, confianza en los propios recursos y en las enseñanzas y métodos. Solo así es posible ir eliminando los engaños y oscurecimientos de la mente y ganando una dimensión de consciencia más clara, despejada y despierta. Vivimos en una época donde proliferan en el supermercado espiritual toda clase de embaucadores, falsarios, desaprensivos que desvirtúan, aguan y desdibujan las verdaderas enseñanzas. Como dice Agustín Pániker (escritor y editor), caraduras en este ámbito los ha habido siempre, pero ahora más porque se mueven sumas fabulosas de dinero. El escenario del yoga no ha escapado a los maestros-bisuteros de todo tipo, ofreciendo pseudoyogas de todo orden, incluido el que se practica a más de cuarenta grados y que proponen como beneficioso, cuando, reconocido por médicos y toda clase de maestros serios, crea mas inconvenientes que beneficios y perjudica el corazón, el cerebro, los pulmones y el riego sanguíneo. No entraremos a juzgar las indecorosas conductas del señor Bikram (pueden verse en internet todas las acusaciones que tiene en los tribunales de justicia), que ya los jueces se encargarán de ello, pero es inadmisible que el yoga se convierta en una técnica para adelgazar o rendir culto al cuerpo y propicie la estampa del campeón. Se traiciona así la esencia de las técnicas orientales de autorrealización, debido a los maestros-bisutería; se degradan, para rentabilizarlas y mercantilizarlas, las verdaderas enseñanzas, que son patrimonio de la Humanidad. Una vez más surge la pregunta: ¿Por qué le llaman yoga o zen o vipassana o tantra, si no es yoga ni zen ni vipassana ni tantra?. Totalmente de acuerdo con mi buen amigo el editor y escritor Alvaro Enterría (que vive hace décadas en Benarés, donde tiene dos librerías de estos temas) cuando nos dice lo necesario que es desenmascarar las corrientes espirituales falsas que se amparan a la sombra de las auténticas. Y no se puede negar y hay que reconocerlo: fueron muchos (no todos, por fortuna) los maestros hindúes que llevaron el yoga y otras enseñanzas de la India a Estados Unidos, los grandes traidores al espíritu de las más elevadas místicas y psicologías de la India. ¿Por qué o para qué? Porque querían crear grandes imperios "espirituales" , para realzar su ego-rascacielos y conseguir pingües beneficios. Ojalá que cada día aumente más el número de aspirantes-joyería que exijan maestros-joyeros. No hay atajos para llegar al cielo y el gran místico Kabir les dijo a sus discípulos: "Miradme a . Soy un esclavo de mi propia intensidad". Intensidad en la práctica o sadhana, ahí está el secreto, ahí está el diamante.



(Ramiro Calle)
(Fuente: www.espaciohumano.com)