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lunes, 10 de marzo de 2014

El camino

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"Mi trabajo aquí consiste en liberaros de cualquier tipo de esfuerzo organizado; porque la verdad nunca se puede organizar. Tienes que ir solo en el peregrinaje, porque será un peregrinaje interior. No puedes llevar a nadie contigo: además tienes que abandonar todo aquello que has aprendido de los demás, porque todos esos prejuicios obstaculizarán tu visión, te impedirán ver la desnuda realidad de tu ser. La desnuda realidad de tu ser constituye la única esperanza de encontrar a Dios.
Dios es tu realidad desnuda, sin adornos, sin ningún adjetivo. No está condicionada por tu cuerpo, no está condicionada por tu nacimiento, no está condicionada por tu color, no está condicionada por tu sexo, no está condicionada por tu país. No está condicionada sencillamente por nada. Además, es algo asequible, muy cercano.
Solo un paso hacia el interior y habrás llegado.
Durante miles de años te han dicho que el viaje hacia Dios es un viaje muy largo. El viaje no es largo; Dios no está lejos. Dios está en tu respiración, Dios está en tus latidos, Dios está en tu sangre, en tus huesos, en tu médula; únicamente hace falta dar un solo paso: cerrar los ojos y entrar en ti mismo.
Puede que lleve algún tiempo porque los viejos hábitos son difíciles de erradicar; aunque cierres los ojos, los pensamientos te seguirán atosigando. Todos estos pensamientos provienen del exterior, y el sencillo método que han seguido todos los grandes profetas del mundo consiste en contemplar tus pensamientos, ser un mero testigo. No los condenes, no los justifiques, no los racionalices. Mantente alejado, mantente indiferente, déjalos pasar; desaparecerán.
Y el día en que tu mente esté en completo silencio, sin ningún estorbo, habrás dado el primer paso que te conduce al templo de Dios.
El templo de Dios está hecho de tu propia conciencia. No puedes ir allí con tus amigos, con tus hijos, con tu mujer, con tus padres.
Cada persona tiene que ir allí sola."


(Osho)