Páginas

domingo, 8 de diciembre de 2013

"Entre la joyería y la bisutería" - YOG - Ramiro Calle

.



Hace más de cincuenta años que comencé con la práctica del yoga, que nunca he dejado. Y a ese verdadero yoga que era el que se nos enseñaba entonces, hay que tratar de volver, sobre todo hoy en día que han surgido todo tipo de pseudoyogas o "yogas" totalmente falseados y desnaturalizados y que nada tienen que ver con el genuino y su profundo y amplio alcance.  El yoga se ha convertido en un producto dentro del supermercado espiritual y lo que se ha hecho en muchas ocasiones es desvirtuarlo para venderlo como un simple adiestramiento del cuerpo, sustrayéndole su verdadero sentido. Según el estándar de belleza actual, la gente quiere tener un cuerpo esbelto, aunque por dentro sea un desastre y aunque la mente sea un contenedor de pensamientos negativos, egoísmo y tendencias insanas. Se venden hoy en día tipos de yoga que nada tienen que ver con el real y muchos practicantes se olvidan del pranayama y la meditación, u otros métodos, centrándose obsesiva y compulsivamente en los asanas, sin realizar el verdadero trabajo consciente sobre el cuerpo que exige el hatha-yoga La tragedia del yoga es que se ha convertido en un "yoga atlético", en un culto al cuerpo, dando paso a la estampa del campeón, el narcisismo y el reforzamiento del ego. Para utilizar el yoga atléticamente es mucho mejor, no se dude, entrenarse en cualquier deporte o actividad gimnástica. Otra tragedia para el yoga es que determinados mentores indios, deslumbrados por la demanda occidental (y claro, por el dólar y el euro) hayan  hecho concesiones inexcusables falseando la verdadera Enseñanza, que de alguna forma hay que tratar de restablecerla y así poder retornar al verdadero yoga, que es la más completa ciencia psicosomática y espiritual concebida y ensayada por el ser humano desde tiempos inmemoriales. 


Alvaro Enterría (escritor y editor que vive desde hace muchísimos años en Benarés) me escribe:

"Una labor necesaria es la de desenmascarar todos los neoyogas, neovedantas y neotantras que desfiguran las auténticas tradiciones. Es el aspirante el que debe hacer un esfuerzo para ponerse a la altura de las enseñanzas, no éstas quienes deben bajar al nivel medio de los aspirantes. Pero tal como está el personal, este proceso de aguar las tradiciones espirituales está ocurriendo  incluso en la India. En la India ahora hay dos cosas: Yog (el yoga clásico) que se pronuncia en hindi así) y Yogá (el yoga traído de Occidente, basado casi exclusivamente en los asanas y obsesionado con la salud). Hoy en día todo vale; hay una enorme confusión".
Y por su parte, Agustín Pániker (editor y escritor, gran conocededor de la filosofía india) me escribe:
"No puedo estar más de acuerdo con Alvaro Enterría y contigo.  El mundo de la espiritualidad está lleno de aprovechados y caraduras. Yo creo que siempre lo ha estado, pero ahora, con el dinero que se mueve, se ha convertido en el verdadero bazar de los ladrones. Rebosante de charlatanes."
Por si todo lo expuesto fuera poco, se han infiltrado en el yoga aquellos que se creen con derecho a determinar quiénes pueden dictar formaciones de yoga y quiénes no, como si fueran pontífices infalibles, arrogándose ellos (en base nadie sabe a qué razón) el derecho de poder decidir los que pueden brindarla y los que nó, creando absurdas regularizaciones,  putrescibles "normativas", y antiyóguicas imposiciones, habiendo también narcotizado a los aspirantes con el afán de la titulitis, cuando (permítaseme la anécdota) el  único título oficial es el de que esto escribe, concedido por el rector de la Universidad Autónoma de Madrid (Don Gratiniano Nieto)  cuando fui profesor especial de yoga  en dicha universidad. La formación de profesores se ha convertido en un verdadero negocio, pero no se les dice a aquellos que quieren convertirse en  tales, que hay una alarmante inflacción de instructores, que luego no encuentran trabajo, como era su ideal, y que tienen muchas veces que someterse a la explotación, cobrando hasta siete euros por hora y no siendo dados de alta en la seguridad social. ¿Necesitaron título Buda, Jesús, Shankaracharya, Tilopa, Lao-Tsé, Mahavira, Ramakrishna o Ramana Maharshi? Incluso hoy en día que están en cuestión los colegios profesionales, los que medran por los pasillos ministeriales, querrían sin duda colegiar el yoga o federarlo, robándole así su frescura, su inspiración, su esencia. Y no olvidemos que los más importantes y eficientes profesores de este país no tienen ningún  título que les avale, y que su mejor título es su formación rigurosa y autodidacta, y haber extraído lo mejor de las enseñanzas tradicionales, respetando el verdadero yoga y no "vendiéndose" al mejor postor.
El peor de los orgullos es el espiritual y aquella actitud perversamente narcisista de "yo sé y no sabes". Incluso el anhelo por el academicismo es una pedantería y una falta de confianza en uno mismo. Alguien de la talla de Kem Wilber tuvo la valentía de salirse de la corriente del academicismo para simple y llanamente ser él mismo.     
¿De qué sirve que palabras como yoga, samadhi o karma o afines se hayan publicado en el BOE? Lo que sirve es que sigamos el yoga auténtico, alcancemos el samadhi y hagamos un buen karma. Pero la ordinaria mente humana siempre tiende a rotular, etiquetar, regularizar y, al final, perderse en la letra y dar la espalda al espíritu. Como reza el antiguo adagio, hay que aprender a distinguir entre la joyería y la bisutería.




(Ramiro Calle)
(Fuente: Ramiro A. Calle FB)