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sábado, 14 de septiembre de 2013

El río y el cocodrilo

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"El maestro volvió a contarme el símil del río y el cocodrilo, esa metáfora que explica nuestro sino en la vida, y lo hizo para que fuera consciente una vez más de su importancia:

Sí -dijo-, la vida es como cruzar necesariamente un ancho y caudaloso río.
 Para cruzarlo se necesita algún tipo de transporte, algo que lleve al otro lado del mismo.

El sabio, en su discernimiento y lucidez, construye una buena balsa de troncos medianos o ahueca un grueso tronco para construirse con él una recia canoa o emplea más tiempo y realiza una barca con tablas conformadas.

El ignorante, sin embargo, el que vive en la mera tiniebla, en su falta de luces y discernimiento, escogerá para pasar el río lo primero que parezca flotar sobre las aguas, esos troncos fáciles que abundan por la superficie (¡son tantos!) pero que en realidad son cocodrilos camuflados, carniceros del río en busca de presas.

Claro está, insistió el maestro, que pocos ignorantes de sí mismos -prácticamente ninguno- llegarán al otro lado, desapareciendo, devorados, en pleno cauce.

El "yo" o ignorancia o falta de discernimiento, el aferramiento a una identidad, a una personalidad, es el cocodrilo, muchacho; no lo olvides; es el que luchará para impedir que llegues al otro lado de las abundantes aguas del samsara (el mundo, en el sentido negativo).

El discernimiento y la luz en el sabio, empero, le hacen distinguir la verdad en medio de este universo de sombras y, por ello, construye un buen transporte que le ayude a cruzar el engañoso río de la vida.

Esto volvió a compartir el maestro para que fuera bien consciente de su importancia."



(Braddha Bala)
(Fuente imagen: lavanguardia.com)