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viernes, 30 de agosto de 2013

El yoga como método de rehabilitación y recuperación - Ramiro Calle

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Cuando 'descubrí' el yoga 'yo' 'tenía' quince años de edad. Realmente 'era' un necesitado de este método milenario que era entonces un gran desconocido en nuestro país, hasta tal punto que cuando 'hicimos' una encuesta por la calle preguntando qué era el yoga con una unidad móvil de Radio Nacional, alguien 'preguntó': "¿Se trata de un jugador de futbol?".  Pues nó, se trataba del método más solvente y antiguo de mejoramiento humano y desarrollo de la consciencia. Y 'digo' que era un necesitado del mismo porque 'tenía' no pocos desórdenes físicos y emocionales, y de ahí que en cuanto 'comprobé' hasta qué punto 'me' ayudaban sus técnicas, lo 'incorporé' a 'mi' vida y 'empecé' a practicarlo con entusiasmo. Hubo la fortuna de que 'se' estableció en Madrid tiempo después un mentor hindú que 'impartía' el verdadero Hatha-yoga, y que así, habiendo comenzado autodidactamente, 'pude' encontrar una guía fiable, que 'me' ayudó a 'restablecerme' física y psicológicamente y que 'me' procuraba las enseñanzas y procedimientos que tanto cooperarían en 'mi' armonía psicosomática. El yoga se convitió en el verdadero aliado y refugio de toda 'mi' adolescencia y juventud. 'Trato' de practicarlo todos los días, aún en las condiciones más complicadas en los viajes por la India. Tanto 'me' ha dado que siempre 'he' sentido la necesidad imperiosa de pasar a otros el obsequio que 'he' recibido y por eso 'me' 'he' convertido en una especie de "intermediario gnóstico", difundiendo estas enseñanzas y métodos que derivan de las mentes más realizadas de la humanidad, y que son totalmente asépticos y no doctrinales, invitando a las experiencias personales y no a las creencias.  
De tal modo está incorporado el yoga a 'mi' vida que pocas horas antes de 'ser' colocado por la bacteria cogida en Oriente al borde de la muerte, en una camilla de hospital  'me' puse a hacer posturas de yoga, con la ayuda de Luisa. La infección era tan galopante que pocas horas después 'me' provocó una parada respiratoria y se pensó que había llegado al término de 'mi' vida, como relato en 'mi' obra "En El Límite" (recientemente reeditada). La muerte no terminó por 'llevárseme', pero después de casi un mes en la Uci y otro en planta del hospital, 'mi' situación física era realmente lamentable. Por resumir: 'había' perdido veinte kilos, 'estaba' totalmente desmusculado, 'funcionaba' mal todo 'mi' aparato digestivo, 'mi' capacidad respiratoria era minúscula, levantar un solo brazo en el aire representaba un esfuerzo excepcional, 'sufría' de parestesia (insensibilidad) en diferentes partes del cuerpo, 'veía' doble, no 'tenía' el menor sentido del equilibrio, 'tenía' que ser ayudado para poder efectuar 'mis' necesidades, a cada movimiento 'seguía' un tirón muy doloroso y, en suma, 'había' entrado joven y 'salía' siendo un anciano decrépito. 
Por si  todo eso, y mucho más que había, fuese poco, 'tenía' que estar ingiriendo medicamentos muy fuertes y no exentos de riesgo a lo largo de un año. Tal era el panorama, el enfrentamiento con un cuerpo que dos meses antes era flexible, vigoroso, activo, muy vital y resistente, y que tras la enfermedad era una verdadera ruina. Muchas personas 'me' 'han' preguntado hasta qué punto 'me' ayudó el yoga en la recuperación y ahora 'quiero' satisfacer 'su' saludable curiosidad.  
'Tenía' una herramienta además de toda la preciosa y eficaz asistencia médica; el yoga. Si 'me' había servido en 'mi' adolescencia y juventud para tanto, también ahora podría demostrar su eficiencia. Y 'comencé' a practicar, aunque ¡en qué condiciones!. Lesión tras lesión: así estaban los músculos de debilitados. Era como si por primera vez 'hiciera' la posturas del yoga: tan rígido estaba. Además, como no 'tenía' control sobre el equilibrio de 'mi' cuerpo, 'me' 'caía' a menudo. Pero 'persistí'. Había posturas, incluso las más fáciles, que solo 'podía' hacer un cuarto de las mismas... pero 'insistí' sin desfallecer, confiando en que lo que 'había' logrado hace tanto años 'podía' volver a conseguirlo. ¡Cuánto esfuerzo y persistencia para poder volver a ejecutar la postura de la cobra! Imposible durante meses ejecutar la postura del arco o del saltamontes. Cuando 'hacía' la posición de la pinza, no 'llegaba' ni con las manos a las rodillas. Así de vulnerable es el cuerpo humano. Pero 'yo' 'había' leído en Theos Bernard que si uno 'fracasa' en la senda del yoga, el fracaso no es del yoga sino de 'uno mismo', que no 'ha' practicado con suficiente motivación. También 'sabía' que la clave del éxito es la disciplina asidua. 'Proseguí'. Dificultades enormes. Pero en un mes y medio 'comencé' a dar clases en el centro de yoga, aunque las primeras semanas 'asistía' ayudado de un bastón, dando traspiés y con un parche en el ojo para evitar la duplicidad de visión.  
'Me' 'preparé' toda una estrategia: caminar todo lo que 'podía', hacer las posturas de yoga avanzando poco a poco, 'ejercitarme' en las técnicas de pranayama, efectuar relajación profunda y meditación. Era un proceso lento, pero enseguida  'me' 'di' cuenta de qué prometedor.  Así que con ánimo renovado 'me' 'serví' de todas las técnicas, enseñanzas y actitudes que 'pude' para 'rehabilitarme' y 'recuperarme'. 'Apelaba' a todos 'mis' potenciales de sanación, máxime porque 'tenía' la fortuna de haber quedado con mínimas secuales al lado de lo que podría haber sido.
La bacteria llamada listeria tiene un índice apabullantemente elevado de mortandad y morbilidad.  Al día de hoy queda alguna minúscula secuela, en vías de desaparición. 'He' recuperado 'mi' ritmo ordinario de trabajo psicosomático, habiendo vuelto a poder efectuar todas las posturas de yoga que antes de la enfermedad 'hacía' y ejecutar con sagacidad las diversas técnicas del hatha-yoga, incluso el nauli y el basti. 'He' recobrado la movilidad y el equilibrio de 'mi' cuerpo, ése cuerpo frágil que todos 'tenemos' y al que no hay que apegarse ni jamás rendirle culto, pero sí utilizarlo como vía de autorrealización. 'He' aprendido a ser humilde, consciente de 'mi' vulnerabilidad, y a valorar aún más la más hermosa de las orquídeas: la compasión.
'Han' sido muchas las personas que 'me' 'han' ayudado. Y 'considero' que es muy consolador para los seres humanos poder contar con una "farmacopea" complementaria muy eficiente y que es la del yoga.



(Fuente: Ramiro A. Calle FB)