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domingo, 25 de agosto de 2013

El cambio interior - Ramiro Calle

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Si todo nace de la mente y la mente es la precursora de todos los estados, donde hay que apuntar es a la mente misma para cambiarla e ir consiguiendo liberarla de estados mentales nocivos y tratar de suscitar y desplegar estados mentales positivos.  Cada vez que dos personas 'se' relacionan, lo 'están' haciendo a través de su mente. La relación será tanto más auténtica, tolerante, generosa, cooperante y constructiva cuanto más armónica esté la mente. 
Los oscurecimientos de la mente (avaricia, odio, celos, envidia y tantos otros) perturban gravemente la relación humana, porque al final se manifiestan y crean todo tipo de desavenencias, malentendidos, incomprensión y competencia de egos entre las personas.  
Durante los primeros años de existencia de 'nuestro' centro de yoga Shadak, 'nos' 'visitaron' personas muy relevantes en el ámbito del espíritu y 'nos' 'impartieron' enseñanzas. Una de ellas 'fue' un inteligente monje hindú, de la Orden de Ramakrishna, 'llamado' Swami Ritajananda, al que 'tuve' ocasión de 'entrevistarle' numerosas veces para 'mi' obra "Conversaciones con Yoguis". 'Nos' 'habló' a fondo de la mente y cuándo alguno de los asistentes 'le' 'preguntó' cuáles eran las dos raíces insanas más difíciles de superar, 'aseveró' que el miedo y la ira. 'Dijo': "Están tan arraigadas en la mente humana que hay que hacer un gran trabajo sobre uno mismo para aflojar sus grilletes". Sin duda otras tendencias latentes insanas de la mente son la avidez,  la arrogancia, la soberbia y tantas otras, pero es cierto que no es nada fácil poder ir debilitando el miedo y la ira. Hay muchos artículos y libros sobre el miedo, pero casi nadie 'escribe' sobre la ira, que sin embargo proyecta su alargada y nociva sombra sobre un número inmenso de personas. Si no 'vamos' cambiando las latencias perniciosas de la mente, los enfoques y puntos de vista, así como el proceder, 'podemos' 'pasarnos' la vida hablando del cambio interior, pero sin cambiar absolutamente nada de nada en lo profundo de 'nuestra' mente de reacciones desorbitadas y no pocas veces neuróticas. Pero si 'somos' capaces de ir "enfriando" cualquier emoción negativa e ir logrando conscienciarla y evitar que 'nos' identifique y atrape, el cambio interior comienza a estar garantizado.  
La ira nace de la aversión, o sea de aquello que 'nos' desagrada, contraría, 'nos' obstaculiza o 'nos' causa algún tipo de insatisfacción o frustración.
Cuando una de 'nuestras' expectativas no es atendida, 'sentimos' aversión, que se traduce en ira. Cuando algo no es de acuerdo a 'nuestros' patrones o modelos, 'nos' despierta un tipo de aborrecimiento que, si 'nos' envuelve, se convierte en irritabilidad, rabia o incluso odio. Es una emoción nociva que tiene mucha capacidad para 'identificarnos' y 'arrebatarnos'. Si no 'estamos' atentos y resolutivos para no 'dejarnos' tomar por la arrolladora ola de la ira, 'nos' tomará y 'nos' volveremos una masa ciega de ira, lo que produce todo tipo de pensamientos insanos, expresiones verbales agresivas o incluso conductas crueles. La ira es muy visceral y ya el niño, cuando no 'es' complacido como él 'desea', experimenta una ira incontrolada. Pero el adulto, sobre todo si 'trabaja' sobre sí mismo para madurar, debe aprender a dominar 'su' ira y liberarla de reacciones anómalas. Uno 'puede' aprender a cambiar 'sus' enfoques y a no dejar que la ira 'le' identifique, enceguezca y 'le' induzca a comportamientos nada provechosos.  Hay que tratar de esclarecer la mente, porque la ira muchas veces nace de la ofuscación, que 'le' hace creer erróneamente a la persona que todo tiene que ser de acuerdo a 'su' prisma, esquemas o deseos. Igual que el odio nunca puede ser vencido por el odio, la ira nunca puede ser superada 'dejándose' una y otra vez arrastrar por ella, pues eso es como pretender que un fuego se puede extinguir arrojándole más leña. Y la ira es un fuego del que nada bello puede surgir.  
'He' reunido casi medio centenar de historias espirituales anónimas a lo largo de muchos años, que 'he' publicado en diferentes obras. Una de ellas es muy significativa en el tema que 'estamos' abordando.
Se trata de un hombre que 'padece' accesos de ira. 'Decide' ir a visitar a un sabio que mora en la cima de una montaña y 'pedirle' consejo. Con motivo del primer encuentro, el sabio 'le' 'dice': "No 'veo' 'tu' ira. Así no 'puedo' 'aconsejarte'. 'Vuelve' cuando 'tengas' ira para ver cómo se apodera de 'ti'". Unos días después el hombre 'tiene' un acceso de ira y 'acude' a visitar al sabio, pero cuando llega a la cima de la colina, la ira se 'le' ha disipado.
"'Tienes' que venir más rápido, pues para 'aconsejarte' 'tengo' que ver 'tu' ira". El hombre 'es' arrebatado por la ira dos días después y más veloz 'asiste' a ver al sabio, pero cuando llega la ira se ha ido. "'Ven' mucho más rápido, tan rápido como 'puedas'", 'le' 'dice' el sabio. Y cuando 'le' toma al hombre irascible otro ataque de ira, saliendo corriendo tan rápido como 'puede' y, jadeante y 'faltándole' el resuello, 'logra' por fin llegar hasta el sabio. "¿Y la ira?", 'pregunta' el sabio. "Otra vez se ha ido", 'dice' el hombre. Y el sabio 'concluye': "¿'Te' 'das' cuenta? La ira no 'te' pertenece. Viene y parte. Lo que 'tienes' que hacer cuando venga es dejarla pasar y no permitir que 'te' tome. Así terminará por no venir más".  
Esta actitud de observación inafectada y ecuánime  de cualquier emoción nociva, 'nos' ayuda a 'liberarnos' de las reacciones neuróticas de la mente y a profundizar de manera real en el cambio interior. Se requiere mucha atención y no poca voluntad. Pero es la manera de ir siendo más libres con respecto al lado oscuro de 'nosotros' mismos. La expresión incontrolada de emociones negativas hace daño a los demás y a 'nosotros' mismos, perjudica gravemente las relaciones humanas y 'nos' debilita en grado sumo. Lo que en principio parece 'aliviarnos' (ese es el gran truco de las emociones perniciosas), no hace otra cosa que 'hacernos' cada vez más inermes con respecto a 'nuestras' reacciones y retrasar 'nuestro' cambio interior. Hay que darle la batalla a la identificación ciega y mecánica con las emociones negativas. 'Nos' envenenan y son el resultado de 'nuestras' carencias internas y ausencia de madurez emocional.  
Antídotos contra la ira son la tolerancia, el respecto, el entendimiento correcto, el conocimiento de 'sí' y, por supuesto, la compasión. Si 'interiorizáramos' la instrucción hindú de que "al 'herirte', 'me' 'hiero'", todos 'estaríamos' mejor preparados para vencer la ira y no permitir alegremente que 'nuestras' feas tendencias de irascibilidad se manifiesten.



(Fuente: Ramiro A. Calle FB)