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jueves, 9 de mayo de 2013

La medicina del sosiego - Ramiro Calle

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El sosiego es una de las vivencias más ricas y enriquecedoras de la que 'puede' gozar un ser humano. El sosiego es una energía de quietud, calma profunda, bienestar y disfrute inspirador y revelador. No solo es ausencia de agitación, ansiedad o inquietud, sino una experiencia profunda que 'nos' conecta con el ser interno, 'nos' completa y esmalta 'nuestra' alma de confortamiento y dicha. Es una verdadera medicina, capaz de disipar las tensiones y preocupaciones, 'centrarnos' y 'equilibrarnos', 'otorgarnos' armonía y pacificar 'nuestras' emociones. Por todo ello y mucho más, el sosiego es altamente deseable.
Por un lado reporta esa experiencia tan gozosa de la paz interior y por otro dispone la mente para que pueda desarrollar otras de sus potencias. No es así de extrañar que desde muy antaño se hayan ido perpetuando las enseñanzas y métodos para hacer posible esa serenidad de la cual surge una visión más clara, esa quietud que conlleva lucidez, entendimiento correcto y sabiduría. De la quietud de la mente nace la comprensión clara, la visión penetrativa, el discernimiento lúcido, la compasión y la acción correcta. Así como de la ofuscación solo surge ofuscación, de la mente quieta emana una percepción pura, que no está velada por las tendencias egocéntricas, la imaginación incontrolada, las memorias y los viejos patrones. Así como cuando se aquietan las aguas de un estanque se tornan cristalinas, cuando la mente se apacigua y el ánimo se sosiega, surge un estado mental de mayor perspicacia, libre de confusión, desorden e insania. A lo largo de los siglos se ha ido configurando un fecundo cuerpo de enseñanzas para la quietud y toda una "farmacopea" de medicamentos para aprender a aquietarse.
Cuando los discípulos le 'preguntaron' a una mentora espiritual que 'iba' a morir que última instrucción 'les' entregaba, ella 'dijo': "'Estad' tranquilos, tranquilos, tranquilos". 'Mi' buen y querido amigo Baba Sibananda siempre 'decía': "'Observa', 'contempla', 'mira', pero siempre sereno". Buda 'exhortaba' a 'sus' discípulos: "Sosegados entre los desasosegados, sin ansiedad entre los que 'ansían'". El sosiego es tan valioso y transformativo que una antigua instrucción reza. "No hay nada que sea tan valioso como un instante de paz". Y sin embargo, y aunque 'nos' pertenece y yace dentro de 'nosotros', 'vivimos' de espaldas al mismo: urgidos, angustiados, impacientes, intranquilos, ansiosos, preocupados, descontentos, disgustados, profundamente insatisfechos, nerviosos, incontrolados e inarmónicos. Lo 'anhelamos', pero no 'sabemos' como buscarlo; 'aspiramos' a él como el sediento al agua, pero a menudo 'hacemos' todo lo contrario que 'tendríamos' que hacer para recobrarlo. ¿Hasta cuando 'estaremos' practicando el yoga del desasosiego en lugar del yoga del sosiego? ¿Hasta cuando el yoga del dolor y no del bienestar? Incluso la dicha la 'perseguimos' desasosegadamente, y así la 'alejamos', y desasosegadamente 'recibimos' el sufrimiento inevitable y así lo 'fortalecemos' e 'intensificamos'. Hay caos en 'nuestra' mente y desorden en 'nuestros' comportamientos. 'Nuestro' propio ánimo intranquilo se lo 'contagiamos' a los demás, del mismo modo que la persona sosegada 'transmite' 'su' sosiego. Y el verdadero sosiego es alegre y vital, y nunca se trata de una "paz de cementerio". En la medida en que se logra la calma mental y se vive más centrado en cada momento, el sosiego se despliega. Cuando la mente está de continuo en lo que pudo ser o debería ser, ahuyenta el sosiego.
'Me' confieso un buscador del sosiego, porque cuando uno 'gusta' de la serenidad no hay un sabor más dulce. Inspirado por este anhelo de recuperar esa frecuencia de calma profunda que 'nos' libera de la incertidumbre y los pesares, 'escribí', y 'publiqué' recientemente, 'mi' último relato espiritual: "En Busca de la paz interior". Un hombre que tras 'haber' conseguido muchos logros mundanos, 'se' percata de que interiormente 'sigue' arrastrando 'su' vacío existencial y 'decide' emprender una intrépida aventura espiritual en busca de ese tesoro de tesoros que es la paz interior.
A través del trabajo interior y en la medida en que 'controlamos' la mente y 'desarrollamos' la intuición mística o percepción supraconsciente, el sosiego es como una nube que 'nos' va invadiendo. El sosiego tiene sus enemigos, claro que sí: agitación mental, desequilibrio emocional, impaciencia, avaricia, odio, celos, malevolencia, el egocentrismo, el rencor y tantos otros. También tiene sus aliados: aceptación de lo inevitable, humildad, compasión, comprensión clara, dominio de la mente, contento interior, ecuanimidad, lucidez y benevolencia. En un antiguo texto hindú se 'nos' dan prescripciones muy sabias:

"¿Qué es la tranquilidad imperturbable? Es la paz de la mente, la paz del cuerpo, el control de las facultades sensoriales sin que se distraigan, el estar libre de agitación, de falta de moderación, de desasosiego, de inconstancia; la posesión de afabilidad, autodominio, humildad, modales correctos, mente recogida; evitar las compañías y deleitarse con la soledad; aislamiento corporal y mente sus distracciones, Mente encauzada hacia la vida natural; frugalidad, control de las actitudes; conocimiento del momento adecuado, de la oportunidad idónea, de la medida conveniente y lograr mantener la liberación de la mente, así como ser fácil de soportar y ser fácil de satisfacer".
¿Acaso la mayor grandeza no yace en la serenidad?, como también el texto citado se pregunta.
La meditación es una de las llaves que abre la puerta hacia la paz interior. Asimismo la ética genuina y la sabiduría. Nada tan elocuente como el silencio interior, que 'nos' abre una vía para conectar con el ser interno. En ese silencio, que es sosiego profundo, se puede escuchar la voz del yo más honesto. Mientras 'nos' dejemos atrapar en la red de lo puramente mundano o ilusorio, no será fácil conectar con 'nuestra' naturaleza real. No se trata de renunciar a nada que no sea la necedad de la mente y el afán de posesividad, o sea, el ego exacerbado. El sosiego se puede encontrar en un claustro o en medio del bullicio de una jungla urbana. Es una dimensión de consciencia, es una forma de ser y estar. Al conseguir la serenidad auténtica 'estamos' contribuyendo en la de 'los demás'. Como reza otro texto hindú: "'Permanece' tranquilo sin que 'te' importe 'tu' suerte". Permanecer atento, sosegado, en armonía con 'uno mismo' y con 'los demás'.
Como no basta tan solo con desear estar atento, hay que servirse de herramientas para el aquietamiento del cuerpo y de la mente. Abundan y van desde el trabajo consciente sobre el cuerpo y las técnicas psicosomáticas, a los procedimientos para la concentración y dominio de la mente y la interiorización. Si 'contamos' con las enseñanzas y con las herramientas, lo que 'tenemos' que hacer a poco inteligentes que 'seamos' es 'servirnos' de unas y otras y encontrar esa paz interior que ponga fin a tantos miedos, recelos, fricciones y emociones insanas. 'Recuerdo' unas alentadoras palabras de Buda, cuando 'dijo':

"Si no se pudiera hacer, no 'os' 'pediría' que lo 'hicierais'; pero porque se puede hacer, 'os' lo 'pido'".



(Ramiro Calle, Director del Centro Sadhak, www.ramirocalle.com)