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sábado, 18 de mayo de 2013

Cualidad de cualidades: La ecuanimidad - Ramiro Calle

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La palabra ecuanimidad insume dos términos que ya son muy orientativos: equilibrio-alma. La ecuanimidad es, pues, ánimo equilibrado, ánimo estable y constante, ánimo no sometido a grandes fluctuaciones que van desde una desmesurada euforia hasta el abatimiento o depresión. Todos los sabios, tanto de Oriente como de Occidente, la 'han' considerado una cualidad de cualidades y en un destacado texto de yoga, el Yoga Vashishtha, puede leerse:
"La ecuanimidad es como la ambrosía, de un sabor sumamente agradable". Cuando algo es irreparable o irreversible, si uno 'se' niega a aceptarlo y 'quiere' descartarlo, 'se' hace mucho daño a 'sí mismo' y 'desperdicia' 'sus' mejores energías. No se trata de resignación fatalista, sino de aceptar los hechos incontrovertibles, aquello que es insoslayable. Por eso el gran  sabio Santideva 'declaraba': "Si algo tiene remedio, lo 'remedias' y no 'te' preocupes; si no 'tiene' remedio, lo 'aceptas' y no 'te' preocupes". La persona ecuánime 'pone' todas las condiciones para propiciar lo más favorable e idóneo, pero cuando viene lo desfavorable y no 'puede' evitarlo, lo 'acepta' sin generar mayor tensión, sin 'torturarse' y sin malgastar sus mejores energías. Se trata de la aceptación consciente de lo inevitable. Incluso 'aprende' a 'fortalecerse' con aquello de ingrato que no 'puede' evitar y 'convierte' los enemigos en aliados. Hay un adagio que reza:
"Vienen los vientos del Este; vienen los vientos del Oeste". La persona ecuánime 'prefiere' lo agradable,pero cuando surge lo desagradable, 'mantiene' 'su' ánimo presto y sereno y no 'añade' sufrimiento al sufrimiento ni 'se' atormenta. 'Sabe' que todo no 'puede' controlarlo y que lo que hay que aprender es a controlar la actitud serena ante lo desagradable y los inconvenientes inevitables. 'Es' una persona ecuánime la que 'mantiene' la mente firme ante lo grato e ingrato, la ganancia y la pérdida, el triunfo y la derrota, la amistad y la enemistad, el amor y el desamor, el encuentro y el desencuentro. Como todo es mudable y cambia, a pesar de ello 'mantiene' 'su' equilibrio mental; como todo es transitorio y la vida está colmada de vicisitudes (alternancias) y todo está sometido a la ley de las dualidades (halago-insulto, etcétera), 'mantiene' 'su' ánimo armónico a pesar de todo ello. Pero la ecuanimidad nunca es desinterés, impasibilidad, indiferencia o apatía, bien al contrario. La persona ecuánime 'vive' todo intensamente, pero no 'se' aferra al disfrute ni 'crea' odio ante lo desagradable, sabiendo que porque hay un lado hay el otro.
La ecuanimidad reporta calma, vitalidad, equilibrada sensibilidad y acción correcta.La persona 'se' libera de reacciones desmesuradas y también de desorbitadas tendencias de apego y aborrecimiento. La ecuanimidad hay que trabajarla, mediante la práctica de la meditación y el discernimiento correcto. ¿De dónde surge? De la visión clara y penetrativa, o sea de la lucidez. Cuando uno 'tiene' un entendimiento correcto y 'comprende' profundamente que todo está sometido a la impermanencia, brota una actitud de mayor calma y ecuanimidad. La persona 'aprende' a vivirlo todo intensamente pero sin tanto afán de posesión, sabiendo que todo, dentro y fuera de uno, es transitorio y que hay que aprender a soltar, como incluso 'tendremos' que soltar algún día 'nuestro' cuerpo. Los yoguis, desde hace milenios, 'han' valorado siempre extraordinariamente la ecuanimidad. Todas las técnicas del yoga, incluso las del hatha-yoga, ayudan a desarrollar esta actitud de equilibrio tan provechosa para la vida cotidiana, donde todo resulta contingente. El yoga, con razón, siempre ha sido asociado a las cualidades de sosiego, equilibrio, paz interior, lucidez y, por tanto, genuina ecuanimidad. El verdadero yogui, libre de las redes de la ignorancia, 've' las cosas como son y mantiene 'su' centro aunque todo a 'su' alrededor sea un tornado.


(Ramiro Calle)
(Fuente: Ramiro A. Calle FB)