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domingo, 28 de abril de 2013

Aforismos sobre la vida como maestra - Ramiro Calle

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El yoga es un modo de vida, una manera de ser y comportarse, una forma de estar y fluir. El yoga no debe divorciarse de la vida; debe impregnar cada momento. Porque la vida es la gran maestra que 'nos' puede conducir al maestro interior.
La vida es reto y desafío. En la vida de cada día 'se' forma el yogui y 'desarrolla' 'sus' potenciales. No 'evade' la vida; la 'vive'. No la 'escabulle'; la 'afronta'. Con la vida 'brega' y en la vida 'halla' 'su' sentido de ser.
Cada momento cuenta, porque es irrecuperable, del mismo modo que no se puede recobrar la respiración que acaba de pasar. Hay que vivir con energía, atención, sosiego, contento interior, ecuanimidad, lucidez y compasión. Vivir y no ser vivido.
'Vive' cada segundo como si fuera el primero y el último. 'Vive' desde la generosidad y el desasimiento, confiando en 'tus' propios recursos, sin 'extraviarte' en falsos pretextos o justificaciones, ni en inútiles auto-recriminaciones. Hay que vivir en armonía con las vicisitudes de la vida.
Si algo tiene remedio, se remedia, sin procupación. Si no lo tiene, se asume, sin preocupación. Hay que ocuparse, desde la consciencia, pero no preocuparse. La ocupación consciente es fuerza, pero la preocupación es debilidad.
Cada situación tiene su mensaje y su enseñanza. No 'añadas' dificultades a las dificultades ni complicaciones a las complicaciones. 'Resuelve'.
En la senda de yoga hay que tener los sentidos vivos y abiertos, la mente alerta y sosegada, el ánimo presto. Hay que adiestrarse en observar con mucha atención y con amor. La atención ya es amor... y precisión, cordura y equilibrio. El yogui, al observar, 'aprende'; al 'observarse', 'se' conoce. Hágase de la vida la mejor mentora, evitándose la somnolencia psíquica y la mecanicidad.
Cada momento es oportuno para crecer en consciencia. Incluso las rutinas tienen que vivirse conscientemente. Así las pequeñas cosas adquieren todo su valor y lo rutinario se eleva al rango de sublime.
El yogui 'abraza' la vida, toda ella, no solo la parte grata, puesto que la vida no es parcelable. Cada momento, sea grato o ingrato, hay que vivirlo con intensidad. Lo grato sin apego, lo ingrato sin aborrecimiento. Desde la perspectiva lúcida todo tiene su sentido. Pero de tanto mirar tan lejos no 'vemos' lo que está tan cerca. Esto aquí-ahora es lo que cuenta, puesto que el pasado es un sueño y el futuro un espejismo. Para el que 'sabe' ver, lo que ahora muestra su cara plácida, luego puede tornarse desagradable; lo que ahora muestra su faz desagradable, más adelante puede tornarse plácida. ¿Acaso lo que uno 'tomaba' como una bendición no puede un día volverse una maldición y lo que parecía una maldición volverse una bendición?
No 'te' 'dejes' condicionar por el pasado ni atolondrar por el futuro. La gloria de cada instante es lo que ensancha la consciencia cuando 'se' está atento. El pensamiento es pasado y es futuro, pero la atención es aquí y ahora. Si no 'captas' este instante, la vida se escapa. En el antes y en el después solo hay recuerdo o anticipación, pero no vida.
El sabio 'espera' lo que ocurre, libre de pasado y de futuro. ¡Qué intrépido hay que ser para esperar lo que ocurre!.
Cada segundo perdido es irrecuperable, como la flecha disparada, la palabra dicha o la ocasión perdida.
Vivir en la frescura del momento es aprendizaje para madurar. No hacerlo es fosilizarse. Ahora o nunca. No antes, no después, sino ¡ahora!. No 'permitas' que el ego interfiera en el instante supremo del aquí y ahora, porque el ego es limitación.
Para el que 'sabe' estar consciente, el camino ya es la meta; la ladera ya es la cima. No hay propósito más elevado que el de 'hacerse' consciente; no hay logro más supremo que el de ser consciente.
Como 'dijo' aquel maestro: "La verdad está en la vida de cada día".
Como 'dijo' otro maestro: "Cuando 'como', 'como', y cuando 'duermo', 'duermo'".
Como 'dijo' un maestro: "La providencia pasa la bandeja una sola vez". O la 'tomas' o no la 'tomas'.
Porque el discípulo 'escuchaba' el trino de los pájaros y 'sentía' la brisa del viento, el maestro 'le' 'dijo': "Si es así, querido 'mío', no 'tengo' nada que 'enseñarte'".
La vida es un misterioso viaje donde hay que ir resolviendo las dificultades que se presentan. No 'te' 'permitas' estados de ánimo negativos; 'impregna' cada circunstancia con el aroma de la compasión y la ecuanimidad.
La vida es imprevisible, increíble, ilógica, enigmática. 'Vívela' en lo posible y que no 'te' viva. Muchos acontecimientos no los 'podemos' controlar, pero 'podemos' controlar 'nuestra' actitud ante los mismos.
'Aprende' a conciliar en este viaje que es la vida 'tus' intereses propios con los de 'los demás'. 'Transforma' los obstáculos en aliados para el desarrollo de la consciencia. Con tranquilidad entre los intranquilos, que la acción no sea agitación. 'Haz' lo mejor que 'puedas' y los resultados vendrán por añadidura si tienen que venir. Nadie 'puede' detener el río; 'nadie' puede empujarlo. Todos 'pueden' observarlo en su transcurso con calma y ecuanimidad.
No 'arrastres' resentimiento; no 'acumules' rencor; no 'te' 'enredes' pensando en lo que 'te' 'hicieron' de perjudicial o lo que no 'debiste' hacer e 'hiciste'. 'Céntrate' en lo que es; 'corrige' la dirección si fue equivocada; 'renuévate' y 'sé' como el espejo que refleja sin retener ni perseguir, ni apegarse o rechazar lo que refleja.
¿Qué maestro puede haber mayor que la vida? Es el escenario de luces y de sombras, de sortilegios, donde hay que afinar la consciencia para poder fluir en armonía. Las desgracias, el yogui, las 'toma' como un despertador de la consciencia. Las circunstancias adversas que jalonan toda vida, como un instrumento para no 'amilanarse' y seguir creciendo interiormente. 'Traslada' lo conseguido interiormente con la meditación sentada a la vida, para vivirla meditativamente. 'Hace' del desarrollo de la consciencia 'su' más alto propósito. La virtud, la disciplina mental y la sabiduría son las lámparas que iluminan el sinuoso sendero de la vida. Nacer es morir a otro espacio de consciencia; morir es nacer a otro espacio de consciencia. Hay muchas vidas dentro de la vida, si a cada momento se nace y se muere para volver a nacer. El misterio de la vida hace humildes a los que 'desarrollan' comprensión clara. Vivir la vida desde la altivez es una farsa. Ante ese gran misterio hay que rendir el ego para que pueda florecer el Ser.



(Ramiro Calle, Director del Centro Sadhak, www.ramirocalle.com)