Páginas

miércoles, 27 de marzo de 2013

El pozo

.



"Érase un pozo cualquiera, en un campo cualquiera, en un país cualquiera. El pozo lo habitaban unos seres que se consideraban a sí mismos el centro del Universo. Su pozo era en realidad, al menos para ellos, el centro del Universo.
Abajo del pozo había casas, ciudades, tráfico, risas y lloros, luchas, enfermedades y muertes... y sexo, el sexo parecía ser el motor de la vida en el pozo.
En ocasiones, desde fuera del pozo, se escuchaba un ligero balbuceo o un pitido leve, eran los sonidos que salían del trajín perpetuado en el fondo del pozo.
Un día, se antojó a pasar por allí un viajero y se acercó al brocal desde el que se divisaba un turbio panorama: ruidos, atropellos, injusticias, autocomplacencias, luchas por algo que llamaban dinero y que servía para conseguir sexo y cosas materiales del pozo...
El viajero se sonrió y osciló la cabeza al observar tal locura discurriendo por allá abajo. Pensó en advertir a aquellos seres, en decirles que la vida en el pozo no era la verdadera vida, que eso no era más que un montaje, que una prisión, que la vida de verdad se encontraba fuera del pozo, saliendo de él.
Por simple prevención y también, por qué no decirlo, por la sabiduría implícita en los seres que no viven en pozos, el viajero decidió a lo último seguir su camino, no sin antes lanzar una nota manuscrita al interior del pozo para avisar de alguna manera a sus habitantes: "No es eso", decía la nota, "No es eso... Mirad para arriba"."



(Braddha Bala)
(Fuente imagen: lanarrativabreve.blogspot.com)