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jueves, 31 de mayo de 2012

Por la 'insurrección de la conciencia'

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En una sociedad basada en el concepto de 'ego', a la postre todo es un andar subido en un auto de choque de feria en el que se ha de ir chocando con el prójimo (los otros autos de choque) para prevalecer en la pista. Es una dura competición en la que finalmente desaparecen los escrúpulos (no son necesarios en este juego) y todo se convierte en un acaparar (para 'mí' y los 'míos') lo que concita el poder en el mundo actual, oséase, el dinero. No importa a la postre que las víctimas sean países enteros en tanto los especuladores arracimen más y más dinero para alimentar a unos insaciables 'egos'.
Siempre, y como descubrió ya hace dos mil quinientos años Buda, la causa de todo este mal, de la falta de paz en el hombre, de la falta de felicidad y de las injusticias y sufrimientos, de las guerras e insatisfacción... acaba siendo el 'ego', esta base, este pilar sobre el que se asienta un mundo cada vez más loco y perdido.
Siempre se está a tiempo no obstante, para reconocer que el ser humano puede ser algo más que una personalidad en torno a 'yo' que lo 'esclaviza'. Puede ser un individuo liberado del juego de 'yoes' y falsas identificaciones en esta misma Tierra, en esta misma vida. Con esto no desaparece la individualidad, pero ésta queda transmutada por una identificación del ser con su auténtica base, con una más universal y que hace libres y auténticamente felices a las personas en esta misma vida. (B B)
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Jean Ziegler: "Los amos del mundo deciden a diario quién

va a morir de hambre"

Jean Ziegler, en Madrid
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Critica –y mucho– desde dentro. Lo hace con un currículum que mezcla su labor en la ONU y sus clases como profesor emérito de Sociología en la Universidad de Ginebra. Ziegler contesta a 20 minutos a su paso por Madrid para presentar 'Destrucción masiva. Geopolítica del hambre', ed. Península. El que muchas voces consideran el azote del capitalismo habla un español que le permite citar a Machado sin titubeos.

En pleno siglo XXI seguimos enfrentándonos al problema del hambre. ¿Qué ha fallado y qué sigue fallando?
Es el escándalo del siglo. Algunas cifras (de la FAO). En 2011, cada cinco segundos un niño de menos de 10 años moría de hambre. Más de 1.000 millones sufren permanentemente subnutrición, de los casi 7.000 millones de habitantes que somos. La FAO dice que la agricultura mundial podría alimentar a 12.000 millones de personas, casi el doble de la humanidad. Un niño que muere de hambre ahora es un asesinato.
¿Qué falta? ¿Voluntad política?
Es un problema de acceso de alimentos. Vivimos un orden caníbal del mundo. El mercado alimentario está controlado por una decena de sociedades multinacionales inmensamente poderosas. Controlan el 85% del maíz, arroz, aceite... Estos amos del mundo deciden a diario quién va a morir y a vivir. Fijan precios. Este poder debe ser controlado por los Gobiernos democráticos.
¿Cómo?
Hace falta juzgar a los especuladores por crímenes contra la humanidad Es muy fácil. Podemos conseguir que los diputados reformen la ley sobre la Bolsa. Las Cortes pueden votar una línea suplementaria diciendo que está prohibida de modo absoluto la especulación sobre alimentación de base (maíz, trigo, arroz). Es técnicamente muy fácil. Y necesita una movilización popular. El dumping agrícola (exportar productos a precios bajos), la deuda externa, el robo de tierras, la especulación, los agrocarburantes... asesinan a millones y millones de personas. Están hechos por el hombre y pueden ser quebrados por la contraviolencia del hombre. En una democracia.
¿Cuáles son los retos inmediatos por los que empezar?
Uno de los dramas principales es el precio muy alto de alimentos básicos (maíz, trigo y arroz). El vandalismo bancario, los grandes especuladores, los hedge funds, con su obsesión por el beneficio, han arruinado los mercados financieros del mundo. Los grandes hedge han migrado. Han ido a las bolsas financieras de materia prima, especialmente las agrícolas. Con beneficios astronómicos. Cuando los precios aumentan, la muerte se instala. Yo he dicho que necesitamos un nuevo Tribunal de Núremberg para juzgar a los especuladores por crímenes contra la humanidad. Entre el hambre en el mundo y la criminalidad organizada hay una relación muy estrecha.
En España, Europa, Occidente... el ciudadano teme ahora por sus ahorros, por el rescate de los bancos con su dinero. ¿Cómo hacer que no se olvide de un problema como el hambre?
Pienso que puede darse un egoísmo legítimo, no el cínico. Puede parecer legítimo en la situación actual, pero si la crisis va a progresar (y va a hacerlo) viene un punto donde se va a producir una toma de conciencia. La primera reacción es protegerse. La segunda, intentar comprender y organizar la defensa colectiva. Aquí, la solidaridad va a ganar.
¿Y entonces...?
La crisis en España y en Europa es grave. Es terrible. Pero provoca una toma de conciencia. La gente quiere saber cómo es posible que se llegue a una situación así. Y si progresa en esta investigación descubre que hay un destino común entre los hambrientos en África y el sufrimiento aquí. El enemigo es el mismo: la oligarquía financiera multinacional. Necesitamos una insurrección de la conciencia para acabar con la dictadura mundial del capital financiero. Desde esta toma de conciencia puede nacer y va a nacer un frente común de solidaridad, de resistencia transcontinental. El Che dice: «Los muros más potentes se quiebran por fisuras». Ya se ven fisuras en todas partes.
¿Qué papel juega el 15-M?
Muy interesante. El más interesante en Europa. La juventud es la esperanza de un pueblo. La insurrección de la conciencia se va a producir aquí, en Europa. Y España está a la vanguardia.
¿Estamos ante el suicidio del mundo capitalista?
La insurrección de la conciencia llegará en Europa. Y España está a la vanguardia El modelo quebró. Es el fin del capitalismo. La gente ya no quiere saber más de él: destruye naturaleza, hombres y democracia. Están amenazados.
¿Hacia dónde vamos?
Una insurrección va a comenzar, eso es elemental. Pero el proceso revolucionario es muy misterioso. Sabemos el horizonte que queremos: sociedad de autosuficiencia alimentaria, de libertad individual, de igualdad, de Estado de derecho, seguridad... Cómo llegar es el misterio. Antonio Machado, el gran poeta, escribe: «Caminante, no hay camino, se hace camino al andar».
Mientras, la ONU es vista por muchos sectores como burocracia y poca resolución.
Terrible. Es una ruina, algo trágico. La ONU no puede funcionar sin credibilidad. La única fuerza que tiene es la credibilidad moral, la fuerza de convicción. Y si la pierde, esto hace que sea impotente en la lucha contra el hambre y contra dictaduras como Siria. Un ejemplo reciente: Roberto Flores, embajador de Honduras en Ginebra, es un golpista contra el régimen democrático de dos años atrás. Este embajador es una figura central en el Consejo de Derechos Humanos. Es el último escándalo, pero ha habido muchos otros. Esta situación explica la falta de credibilidad, y esto significa impotencia.

(Fuente: 20minutos.es)