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"-Extraña experiencia, maestro; uno es capaz de recomponer huesos, de operar más o menos bien con los mínimos utensilios... pero...
Me siento incapaz de levantar la cabeza del charco. Uno es barro, maestro, fango, turbiedad extrema, y pesa horrores este fango; parece de plomo, plomo que también discurre por las venas, contaminando, atando, impidiendo... Ayuda, por favor.
El gurú miraba hacia otro lado, con el rostro aparentemente impasible, quedo en el paisaje.
-¿Pesa el fango? -dijo después.
-Sí... Pesa horrores... y duele... y marchita... y anula...
-¿Y nada más?
-Es desagradable. Es un infierno. No puede ser.
-Hay que probarlo, muchacho; llegar a ese extremo... y darse cuenta.
-Así es el mundo, muchacho. A eso conduce, cuando se le quitan las telarañas y los velos engañadores.
-Puedo recomponer huesos, maestro.
-¿Y qué? ¿De qué sirve eso si el fango es lo que te acompaña?"
(Braddha Bala)