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“Fue una de las preguntas que se le hicieron al maestro: “¿Dónde está el más grande de los tesoros?”
Él sólo miró, con una expresión que, en cierta manera, traspasaba, traspasaba dulcemente. Quizá no necesitaba más respuesta que aquella. Normalmente, se busca hacia fuera, hacia lo exterior, hacia el no pensar, hacia el simple dejarse llevar. Esa mirada era como una invitación a que buscara de otra forma y en otro lugar. No fuera, sino dentro. No en la superficie del lago sino en su base cristalina.
El poder de una mirada es inmenso, pero ha de ser la de una persona especial, la de un rostro que ya no oculta nada, porque tras él, no hay más que claridad.
Sólo se recuerda una cosa vivamente. Cuando se abandonó al maestro allá en la montaña, se oyó una voz desde el otro margen del desfiladero. Era él:
“¿Sabes por qué lo tienes tan difícil… visitante? ―sonó alta su voz.
El silencio habitó aquellos espacios abiertos.
“Porque estás en el camino correcto.””
(Braddha Bala)