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sábado, 8 de mayo de 2010

20

"Cuando se abandona lo aprendido, desaparecen la contrariedades.
¿Qué diferencia hay entre "¡eh!" y "¡oh!"
¿Qué distinción puede hacerse entre "bueno" y "malo"?
¿'He' de temer lo que los demás temen?
¡Vaya tremendo sinsentido!
Todo el mundo está alegre y sonriente, como si festejaran el sacrificio de un buey, como si subieran al Pabellón de Primavera; tan sólo 'yo' permanezco tranquilo e impasible, como un recién nacido que todavía no ha sonreído.
Sólo 'yo' estoy desamparado, como quien no tiene hogar al que volver.
Todo el mundo vive en la abundancia:
Sólo 'yo' parezco no poseer nada.
¡Qué loco 'soy'!
¡Qué mente más confusa 'tengo'!
Todos son brillantes, ¡tan brillantes!
Sólo 'yo' estoy oscuro, ¡tan oscuro!
Todos son agudos, ¡tan agudos!
Sólo 'yo' estoy callado, ¡tan callado!
Suave como el océano, sin propósitos como las ráfagas del vendaval.
Todo el mundo está encauzado en lo suyo, sólo 'yo' permanezco obstinado y marginal.
Pero en lo que 'soy' más diferente a los demás ¡es en saber 'sustentarme' de 'mi' Madre!
(Lao Tse, Tao Te King, 20)