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sábado, 26 de septiembre de 2009

Una lección de vida

Columna Papá Jaime / Detalles de una lección de vida "No por qué, sino para qué"

Luego de sufrir un trágico accidente en parapente que lo dejó al borde de la muerte, Papá Jaime habla de su experiencia y en su propia voz, nos invita a evaluar el sentido de nuestra vida.
Desde pequeño he sentido fascinación por los deportes acuáticos y aéreos, por lo que cada vez que tengo la oportunidad de hacerlos en mis viajes, me tomo un tiempo para disfrutar de esa pasión. Sin embargo, nunca imaginé que un día mágico del pasado junio, en San Juan de Puerto Rico, el gusto por volar me diera una gran lección de vida.
"Aún recuerdo esos momentos de plenitud cuando volaba en parapente, libre como el viento, apreciando la belleza de los azules del mar contra los verdes de la montaña, y disfrutaba de una paz indescriptible, esa que sólo se siente cuando estás en comunión total con la naturaleza. En un momento perfecto como ese, en el que estás en armonía en cuerpo, mente y espíritu, y cuando te sientes más vivo que nunca, lo que uno menos se imagina es que todo se pueda derrumbar, colapsar, y en un instante estar frente a frente con la muerte.
"Cuando iba en medio de mi placentero vuelo en parapente, apareció repentinamente ante mis ojos una cuerda eléctrica de alta tensión. Al intentar esquivarla perdí el control del parapente, un viento de cola me levantó de forma intempestiva y me estrellé contra un árbol; mi cabeza quedó incrustada en la Y que formaban las ramas del árbol. La velocidad y la inercia del impacto me lanzaron hacia atrás, haciendo una voltereta, y quedé ahorcado y suspendido en el árbol por más de cinco minutos, mientras que dos compañeros que volaban conmigo llegaron a ayudarme".
Y empieza la lucha...
"Después de mucho esfuerzo, mis compañeros lograron bajarme con vida del árbol y me llevaron al hospital más cercano. Allí me hicieron una revisión general y, aparentemente, no vieron nada raro y me dieron de alta. Sin embargo, después del golpe, comenzaron a sucederme una serie de episodios que empeoraron mi situación. Dos días después perdí el habla y la visión, llegando a presentar una afasia cerebral.
Lo que nadie sabía en ese momento era que en el interior de mi cabeza se estaban formando un hematoma, un aneurisma y un derrame epidural, que me enviaron de urgencias al hospital para intervenirme quirúrgicamente varias veces.
"Todo se orquesta dentro de un plan divino y pienso que dentro del plan que Dios me tiene asignado, mi misión aún no ha llegado a su fin; razón por la cual en aquel momento, donde la muerte me coqueteaba y me estrechaba entre sus brazos, pude soltarme y regresar a la vida. Creo que esto que me sucedió es una señal más, de todas las que he tenido durante mis 54 años de vida, que me inspirará a cumplir la nueva misión que Dios tiene trazada para mí.
"Después de salir de cuidados intensivos, exilio en el que estaba reducido a una existencia limitante, y creer que estaba cerca de la anhelada recuperación, de repente comencé a experimentar melancólicamente cómo un cúmulo continuo de pequeñas catástrofes inesperadas comenzaba a moldear mi ego. Vi cómo, una a una, mis facultades mentales, motrices y sensoriales se iban mermando y deteriorando.
Totalmente desconcertado, sin poder hacer nada, fui perdiendo la memoria reciente, el olfato, el gusto, el tacto, la visión se tornó totalmente difusa (llena de rayos que se refractan en un espectro multicolor), y el dolor desgarrador en mi cuello se hacía más intenso.
"En este proceso, el amor que he recibido de todos mis seres queridos y de cada persona que de alguna manera ha entrado en contacto conmigo, las oraciones y plegarias que con tanto fervor han hecho por mí, la meditación y la visualización creativa que me han acompañado en cada instante, se convirtieron en mi bálsamo sanador y han transformado mi dolor en esperanza, alegría y paz interior".
"Dispuesto a recuperarme" ."Siempre he creído firmemente que todos tenemos dos opciones, y que tenemos el libre albedrío para elegir conscientemente con cuál nos quedamos: por un lado, podemos tercamente no aceptar lo que pasó y ver lo que está sucediendo como un castigo divino, llenarnos de miedo, angustia, culpa y desesperación, concentrando toda nuestra energía en lo que estamos sufriendo, en la enfermedad o la pérdida, y como consecuencia atraer eso a nuestras vidas y hacer que las cosas sean más difíciles.
O, por otro lado, podemos elegir conscientemente, aceptar y comprender que eso que nos sucedió, más que un obstáculo, es un peldaño en nuestro camino para ascender y crecer.
"Por eso es tan importante concentrar toda nuestra energía en el entrecejo, para visualizarnos sanos, dejando el papel de víctimas, agradeciendo y apreciando todas las cosas buenas que tenemos, canalizando nuestra fe, pasión y amor, para que podamos encontrar la luz que hay al final del túnel y así, en medio de la incertidumbre, conservar la calma. Tal como lo hace la flor de loto, que permanece imperturbable en medio del agua bulliciosa que pasa a su alrededor y solo coge de ella lo que necesita para nutrirse y jamás hundirse.
"No te preguntes por qué sucedieron las cosas, sino para qué. ¿Qué es lo que tienes que aprender? Recuerda que la semilla de la sabiduría es la ignorancia. ¿Por qué tenemos que esperar la proximidad de la muerte para tomar conciencia y empezar a vivir? Hoy es tu gran día, abre las alas a la imaginación y a la creatividad, y sin importar el estado emocional o de salud en que te encuentres, déjate llevar sin oponer resistencia".
Por: Jaime Jaramillo